Closer (Joy Division, 1980)
ABYSS SOUND. Inspirado en gran medida en La exhibición de atrocidades de J. G. Ballard, el epitafio de Joy Division no puede ser más oscuro ni más hermoso. Supera a su debut en casi todo y se sitúa sin esfuerzo en la cima de los mejores discos de los 80. Como el libro de Ballard, el último estertor de Ian Curtis se presenta obsesivo y enfermizo, como el reflejo de los últimos días del mancuniano, un autor caracterizado por no guardarse nada a la hora de desparramar sus entrañas por toda su obra.
Closer se editó dos meses después del suicidio de Curtis, de ahí que su aire agónico refrendado por esa portada funeraria pueda ser tomado por oportunista. Los popes de Factory Records incluso llegaron a plantearse cambiarla, pero tuvieron en cuenta que había sido una elección del grupo incluyendo a Ian, por ello siguieron adelante con el diseño. Una elección que a día de hoy se antoja clave para haber elevado al disco como una grabación fundamental para la historia.
En sus nueve temas, Closer rebosa emoción. A través de los bajos profundos y densos típicos de la banda nos van colando novedosos arreglos de teclado y algún escarceo electrónico sacado sin duda del gusto de Curtis por Kraftwerk y el krautrock. Curtis canta y recita como nunca unas letras que parecen arrancadas del tuétano de su alma. Trozos acuchillados de una vida que no estaba pensada para durar. Imaginar hacia dónde habrían dirigido sus pasos futuros de haber seguido su líder con vida lleva a multitud de predicciones interesantes y futiles. Lo único cierto es que cerraron su carrera con un disco genial, uno de los más emocionantes que servidor haya escuchado. El disco introspectivo definitivo. Un dechado de violencia ("Atrocity Exhibition", "Colony", "Twenty Four Hours"), espasmos electrónicos ("Isolation") y lirismo terminal ("Heart and Soul", "The Eternal", "Decades").
Closer, como la vida de Curtis, se nos escurre entre los dedos cada vez que tratamos de escrutar su profundidad abisal. Es un testamento gélido grabado en mármol. Un mausoleo donde moran los más recónditos secretos de la noche oscura del alma. El horror de una vida que da dentelladas hasta el tuétano y un recordatorio de la experiencia trágica que es el existir. Pasen y vean la exposición de la atrocidad.
Closer se editó dos meses después del suicidio de Curtis, de ahí que su aire agónico refrendado por esa portada funeraria pueda ser tomado por oportunista. Los popes de Factory Records incluso llegaron a plantearse cambiarla, pero tuvieron en cuenta que había sido una elección del grupo incluyendo a Ian, por ello siguieron adelante con el diseño. Una elección que a día de hoy se antoja clave para haber elevado al disco como una grabación fundamental para la historia.
Closer, como la vida de Curtis, se nos escurre entre los dedos cada vez que tratamos de escrutar su profundidad abisal. Es un testamento gélido grabado en mármol. Un mausoleo donde moran los más recónditos secretos de la noche oscura del alma. El horror de una vida que da dentelladas hasta el tuétano y un recordatorio de la experiencia trágica que es el existir. Pasen y vean la exposición de la atrocidad.
A1
Atrocity Exhibition
6:04 ✠
A2
Isolation
2:53
A3
Passover
4:46
A4
Colony
3:55
A5
A Means to an End
4:05
B1
Heart and Soul
5:50 ✠
B2
Twenty Four Hours
4:26
B3
The Eternal
6:06 ✠
B4
Decades
6:09 ✠
Total: 44:14Peter Saville, uno de los diseñadores de la portada, no acababa de ver claro que fuera apropiada teniendo en cuenta que Ian Curtis se había suicidado. Es famoso su recordatorio a Tony Wilson, capo de Factory Records, cuando le dijo preocupado, "we've got a tomb on the cover of the album!". Se trataba de una tumba real, la de la familia Appiani, situada en el cementerio monumental de Génova.
La atrocidad del mundo moderno descrita en la novela que J. G. Ballard publicó en 1970 es la materia prima de este álbum terminal y de toda la obra de Ian Curtis. Esta falta de piedad, esta intromisión en la vida de las personas a través de los mass media hasta anularla da buena cuenta del carácter visionario del autor y del finísimo oportunismo de Curtis para apropiarse de una visión tan descarnada, pesimista y certera de la naturaleza humana. En definitiva, lo que Joy Division habían estado haciendo desde sus comienzos llevado a otra dimensión. Sin embargo, en este disco más que nunca, Curtis vierte todo el veneno de sus propias vivencias. Casi nadie pareció darse cuenta. Los miembros del grupo se culpan por no haber prestado atención a lo que les estaba anunciando Ian. Solo su amante (o compañera platónica según sus declaraciones), Annik Honoré, manifestó su pavor al prestar atención a las letras durante la creación del segundo disco de la banda. Así se lo hizo saber a Tony Wilson. "Cuando Ian dice que asume la culpa lo dice de verdad", dijo. Wilson se limitó a mirar a otro lado afirmando que es solo arte y que no había por qué preocuparse.
Luego pasó lo que pasó. No creo que nadie pudiera haber detenido a Ian en su plan, aunque nos hubiera gustado. Tal vez por esa certeza y por cómo retrata lo inexorable de la derrota estemos ante un disco tan escalofriante.
✠✠✠
Stalingrad (Joy Division, 1981) [BOOTLEG]
ABYSS SOUND. De una manera celestial, sutil, así como el que no quiere la cosa, este disco complementa lo ofrecido en Still (1981) y Substance (1988) para completar prácticamente todos los resquicios que nos quedaban por conocer de Joy Division. Que una banda con solo dos álbumes tenga el influjo de los de Mánchester debe deberse a un milagro. No creo que sea algo que se pueda despachar con un simple "el suicidio de Ian Curtis fue el que le dio el aura de banda maldita y por tanto adictiva al combo".
Aunque eso ha influido en la adoración incondicional del respetable, lo admito, no explica por sí solo su éxito. Creo que como dice el batería, Stephen Morris, el secreto está en que se fueron en lo más alto, en que no hubo un tercer disco, no hubo decadencia ni peleas ni disolución. Se disolvieron dejando su historia inacabada, dejando a su público con un hambre insaciable, la cual se hace atroz al comprobar el par de bocetos que dejaron sin terminar y que podrían ser el germen de un tercer álbum majestuoso.
Ese es el material con el que cierra este pirata. Unas "Ceremony" y "In a Lonely Place" que abren todo un mundo de posibilidades y que dejan babeando ante todo un mundo de hipótesis y elucubraciones. El resto es material conocido por aparecer en diversos recopilatorios, pero que no incluyeron en ninguno de sus álbumes en vida. Un material soberbio que demuestra que Joy Division no dieron ni un paso en falso. Otro motivo para la adoración. El de la perfección del momento congelado para siempre, el del rictus para la posteridad. No, no hay manera de que alguna vez tengamos demasiado ni nos cansemos de ellos. No la hay.
☆★★★★
- No Love Lost
- Failures
- From Safety to Where
- The Drawback
- Novelty
- These Days
- Komakino
- As You Said
- Ceremony
- In a Lonely Place
- In a Lonely Place II
Total: 38 min.
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