ART ROCK. Espoleados por las nuevas tendencias del cambio de década, Talking Heads se metieron en faena con la tarea en mente de crear una secuela digna de Fear of Music (1979). El hip hop venía pisando fuerte y su interés por los ritmos africanos ya había sido puesto de manifiesto en más de un detalle de sus grabaciones. Con todo este bagaje y la libertad creativa en modo on, los de David Byrne se pasaron el verano del 80 entre Bahamas y Philadelphia para grabar su obra maestra y uno de los mejores discos de la historia en cualquier género.
Parece ser que el grupo, Byrne sobre todo, estaba obsesionado con un disco por esa época, el Afrodisiac (1973) de Fela Kuti. Así, no es de extrañar que, usando este disco como plantilla y al nigeriano como gurú, el grupo se lanzara a grabar estas densas polirritmias que hacen al disco galopar como ninguno y son capaces de levantar a los muertos. El estilo sigue siendo ese rock arty que tan bien han facturado siempre, pero la inmersión en territorio africano es mucho más profunda que nunca antes.
La densidad de Remain in Light es algo que apabulla a cualquiera que se aproxime a él. Los ritmos mencionados te trepanan sin anestesia, no digamos ya las guitarras de Adrian Belew, auténticos machetes que abren las canciones en canal, véase "Crosseyed and Painless" y, sobre todo, "The Great Curve", puros tratados de ruido y groove a chorro. Ante todo esto nadie puede quedar impasible, ni ante los momentos más mainstream, es un decir, como el single, "Once in a Lifetime", una de sus mejores canciones, o ese cierre entre los estertores del apocalipsis llamado "The Overload", con el que parecen jugar a la ouija para invocar al fantasma de Ian Curtis.
Remain in Light tiene motivos más que de sobra para encaramarse a lo más alto de cualquier recuento histórico que se haga. Su sonido es sobrecogedor, su cantidad de detalles sónicos hacen que resista miles de escuchas. Siempre vas a descubrir algún detalle nuevo. Es un disco perturbador y hermoso, de una viveza a prueba de bomba. Una obra que muestra otra forma de hacer las cosas. Cuando medio mundo estaba retorciéndose con la angustia existencial del postpunk, ellos se miraron en los sonidos más vivos y más calientes para retorcerlos y crear algo propio. Tan propio que hoy este disco es el símbolo por el que Talking Heads serán recordados. Una obra que causa respeto, se haya escuchado o no. Una de esas ante las que caer de rodillas por los siglos de los siglos.
A1
Born Under Punches (The Heat Goes On)
5:46
A2
Crosseyed and Painless
4:45 ✠
A3
The Great Curve
6:26 ✠
B1
Once in a Lifetime
4:19
B2
Houses in Motion
4:30
B3
Seen and Not Seen
3:20
B4
Listening Wind
4:42
B5
The Overload
6:00
Total: 39:48Podría haberlos relacionado con Andy Warhol y sus famosas serigrafías. La portada, el componente artístico de su música y que el grupo venga de Nueva York me empujaban a ello. La innovación, la modernidad y el aliento rupturista de pintor y músicos, también. Sin embargo, al final me decanto por otro pintor. El siempre sugerente y misterioso Magritte, con esa serie de cuadros inquietantes y turbadores en los que de una forma u otra tapa la cara de los protagonistas. Con velos gruesos y asfixiantes o con manzanas, el caso es provocar y hacernos pensar sobre las relaciones y nuestro lugar en el mundo. Exactamente igual que lo que han estado haciendo Talking Heads en toda su carrera, muy especialmente en esta, su obra maestra indiscutible.
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