viernes, 26 de julio de 2024

Mon trèsor

Kenza (Khaled, 1999)

RAÏ. Está claro que Khaled está aquí de vuelta de todo. No se puede estar seguro, ya que es difícil seguir el rastro de las ediciones locales en estos países africanos, pero como mínimo estamos ante su vigesimotercer trabajo de estudio. Una cifra impresionante si tenemos en cuenta que estamos hablando de un periodo de veintiún años. Una cifra que da fe de que el rey del raï podía hacer lo que quisiera, cosa que hace a base de bien en un disco en el que su estilo se contamina con tantas cosas que es difícil decidir por dónde empezar.

Lo que sí que está claro es que no deben esperar pureza magrebí aquí. Que ya sé que estos sonidos bastardos siempre se han caracterizado por absorber todo lo que se ponía a tiro, pero si comparamos los teclados baratos que adornaban las canciones primitivas de Khaled con estas orquestaciones de oropel, con estos vientos tan mayúsculos y con unos bajos que arriman esta música tanto al reggae como al jazz o al funk, nada de lo que esperáramos se va a parecer a lo que suena aquí.

La fusión, por tanto, se ha adueñado de la música del argelino, eso sí, sin desfigurarla por completo. Es tanta la calidad del sonido, la turgencia de los ritmos y la perfección con la que se integran lo caribeño y hasta lo norteamericano con los melismas norteafricanos, que la identidad del de Orán se acaba conservando de manera milagrosa. Sí, a pesar de las paletadas de tierra europea, cubana y norteamericana que se le han echado al disco, la fusión funciona más que bien. En un álbum que, tampoco se me olvida, es tan apreciado en occidente por todo esto, pero muy especialmente por esa versión de "Imagine" que se marca con Noa. Una versión infame en la que el pasteleo, lo ñoño y lo almibarado la hacen injustificable. Por mucho que su poder simbólico cuente con una potencia descomunal, la unión entre el pueblo judío y el musulmán siquiera durante los cuatro minutos que dura el tema no mejora el resultado en términos artísticos.

Y si ese momento, que es el que ha hecho que medio occidente reivindique este trabajo, no llega a cargarse el disco es porque el resto de temas acaban funcionando. Bueno, no ese azucaradísimo "C'est la nuit", del que encima hay ¡dos versiones!. Y tampoco funciona el artefacto como conjunto, como un todo indisoluble, pero aunque solo sea como piezas sueltas y de manera autónoma, se puede decir que consiguen engatusarme y hacer que a la gran mayoría me las crea en toda su abyecta mezcolanza indiscriminada. Todo un éxito si tenemos en cuenta mi opinión inicial sobre un disco de esos que crecen con las escuchas. Sí, sin ser una obra maestra, con Kenza me he tenido que tragar muchas cosas, y hasta debo decir que es de esos que me ha acabado poniendo en mi sitio.

★★★☆☆

1 Aâlach Tloumouni 5:02
2 El Harba Wine 4:33
3 C'est la nuit 5:04
4 Imagine 4:07
5 Trigue Lycee 4:43
6 E'dir E'sseba 5:50
7 Ya Aâchkou 3:57
8 Melha 6:07
9 Raba-Raba 5:37
10 El Bab 5:28
11 El Aâdyene 5:37
12 Gouloulha-Dji 5:37
13 Mele H'bibti 6:29
14 Derwiche Tourneur 6:00
15 Leïli ("C'est la nuit" Arab version) [Bonus Track] 4:08
Total: 78:19

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