ROCK & ROLL. Un disco claramente de transición para Sus satánicas majestades. Ahuyentado Mick Taylor, usaron las sesiones de grabación para probar nuevos guitarristas que lo sustituyeran. El elenco de nombres que pasó por los estudios fue desbordante y poderosísimo, incluyendo a Peter Frampton, Steve Marriott, Ronnie Wood, Wayne Perkins, Jeff Beck y Rory Gallagher entre otros. Bueno, los dos últimos solo iban a ver qué pasaba, aunque no tenían intenciones reales de abandonar sus carreras en solitario para convertirse en segundones en los Stones.
Al final ya sabemos que fue Ronnie Wood el que se quedó, y aunque se puede oír al guitarrista de los Faces en un par de temas aquí, como a algún otro, las guitarras del disco son básicamente obra y gracia de Keith Richards. Tal y como pasó con Let It Bleed (1969), los Stones eran cuatro aquí. Todo este ambiente de probatura, de relajación y de dejadez se transmite en un disco que incluso ellos admiten que no fue muy bueno. Un disco en el que se dedican a alargar los temas como si de una jam session se tratara, que en cierta forma es lo que estuvieron haciendo en el estudio, sin redondear unas canciones que en algunos casos necesitaban un par de miles de vueltas más, y en otros, deberían haber sido desechadas.
Lo mejor, además de su tontorrona pero irresistible portada, lo encontramos en experimentos tan estupendos como "Hot Stuff" o "Fool to Cry", dos canciones diferentes a lo que habían hecho antes, que podían añadirse sin problemas a sus grandes temas. Lo peor, todo lo demás. Demasiado como para decir que el decimotercero es siquiera aceptable. Por mucho cariño que le tenga al disco, por mucho que mi predisposición fuera inmejorable, no hay posibilidad de medias tintas con él. Esto es un artefacto sin gracia ni intención, hecho sin ganas y malo de cojones.
★★☆☆☆
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