SKA. Los Skatalites originales empezaron allá por 1963 y tuvieron una vida efímera, solo hasta 1965, lo que no les impidió grabar su material más clásico e imborrable durante ese corto periodo. Se volvieron a refundar en 1983 para una segunda edad que se ha prolongado hasta bien entrado el siglo XXI. Este disco es de esa época, a priori menos interesante, aunque para nada desechable.
El ska instrumental puede no ser lo que más lo pete en las listas, pero lo que hacen estos jamaicanos, lo petaran o no, está claro que es de un nivel que no se ajusta a los parámetros preestablecidos. Su mezcla de reggae con rhythm & blues, soul y hasta jazz suena peliculera y profunda en una combinación que se te mete en la piel y en el alma de una forma inexplicable.
Aquí puede que no suenen con esa turgencia tropical que los ha hecho únicos, puede que a ratos se nos aparezcan algo arrastrados, pero ni así pierden la capacidad de sugestión con una música que te transporta y te mece como no podríamos imaginarnos de antemano. Me parece una obra otoñal más que otra cosa, y sin haber ahondado en su catálogo, no creo que estemos ante el mejor disco de los de Kingston. Los he escuchado más enérgicos y dinámicos en muchos otros temas, pero también tengo claro que esperar algo malo de ellos es simplemente imposible. De hecho, no me extrañaría que este disco fuera creciendo en mí con los años. Sí, lo veo más que probable.
★★★☆☆
Total: 38:59
Este disco me recuerda demasiado en su espíritu a gente como Booker T. & the MG's, a joyitas como Green Onions (1962), como para no mencionarlo. Los estilos de ambas bandas no se puede decir que coincida, pero el hecho de tocar música instrumental hace que no parezcan tan lejanos. De hecho, de alguna forma, en su esencia más íntima ambos discos comparten sonoridad, intenciones y ambiente, hasta tal punto que se puede decir que ambos consiguen hermanar tradiciones que parecen muy dispares, pero que están más cerca de lo que podríamos pensar.
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