SYNTH POP VAMPÍRICO. Este efímero grupo surgió de las cenizas de los primeros Sisters of Mercy, cuando Andrew Eldritch, escritor y compositor de la banda, decidió tomar un nuevo rumbo con estos, cosa que el resto del grupo no aceptó. Tras esa disolución más o menos amistosa, acordaron no usar el nombre del grupo en sus nuevos proyectos, aunque al enterarse el antiguo líder de que sus excompañeros planeaban bautizarse como Sisterhood y encima tocar canciones de los Sisters que habían quedado vetadas, decidió adelantarse, usar ese mismo nombre antes que ellos y enterrar a la banda después de grabar este disco.
De toda esta historia de rencor y venganza surge Gift, objeto extraño y visionario en el que más que a rock las canciones suenan a música de iglesia tecnificada, a ritual hipnótico para alcanzar la catarsis. Antes de retomar su carrera con una nueva formación de los Sisters of Mercy, Eldritch se permite el lujo de solazarse en las arenas movedizas de los largos desarrollos acompañado por su drum machine, ese Doktor Avalanche que nunca le iba a traicionar, Patricia Morrison (ex-the Gun Club) al bajo, y el gran Alan Vega (Suicide) a los sintetizadores y voz. Junto a James Ray a la guitarra, facturaron un álbum tenebroso y repetitivo, lleno de meandros y sonidos que recuerdan a la electrónica vintage, casi diría que retrofuturista en muchos pasajes, alejándose del rock gótico y sin sonar ni a los Sisters ni a Suicide.
Música electrónica que podría haber marcado un nuevo rumbo en la carrera del que se ha convertido con los años en el único miembro (humano) superviviente de entre los fundadores de Sisters of Mercy, pero que no lo hizo. Por su esterilidad logró convertirse en un apéndice inesperado en una historia que contaremos en otros capítulos de esta novela. Un paréntesis que acabó siendo un momento mucho más jugoso de lo que nos podíamos esperar.
★★★☆☆
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