Ingénue (k.d. lang, 1992)
COUNTRY POP. Lo he intentado. Por activa y por pasiva. Por delante y por detrás. Y nada. La supuesta obra maestra de la artista canadiense tiene muchísimas virtudes, de verdad, pero a mí toda su sutileza y elegancia se me hacen anodinas hasta el bostezo más terminal.
Dejemos claro que en su "disco de consagración", en la auténtica prueba de su valía como compositora, brillan los arreglos y las texturas de seda, que su voz se cierne poderosa y brillante sobre todos los instrumentos y que la capacidad interpretativa de la Lang demuestra un poder sobrehumano. La forma en la que estira los fonemas y los amolda a la nota precisa. La manera en la que juega con el tempo y con unos gorgoritos absolutamente perfectos es algo digno de estudio. Otra cosa es el conjunto, las melodías, unas canciones que no dejan de sonarme anémicas en toda su hermosura. Hay excepciones, por supuesto, pero al final se quedan ahí confundidas entre la espesura y no llegan ni a destacar lo suficiente como para que me detenga a degustarlas.
Y es que al final creo que los prejuicios, las expectativas, acaban teniendo un peso demasiado grande en todo esto. Tengo que reconocer que antes de escuchar a Kathryn Dawn Lang me esperaba a una cantante country al uso o en todo caso a una cantante folk de tono confesional más bien pacata y sin una voz más alta que otra. No me esperaba este dechado de emoción a chorro en el que paladea cada sílaba y domina su instrumento con tal autoridad. Y eso, que podría ser algo bueno, acaba descolocándome en medio de tanta sosería y blandura sin solución.
★★☆☆☆
No hay comentarios:
Publicar un comentario