The Cars (The Cars, 1978)
NEW WAVE. Así es como se hace el pop en los EE.UU.. Los de Ric Ocasek y Benjamin Orr no entienden la melodía sin ir bien rebozada en guitarras serias y en insolencia rockera que te sacuda mientras te pringas de asfalto por esas carreteras que se pierden en el horizonte. Los de Boston fabrican un discazo de escucha obligada con los restos de esa autoinmolación con la que el punk se desintegró apenas unos segundos después de nacer. Elvis Costello, Cheap Trick o Jonathan Richman son los coetáneos entre los que se codearon unos Cars que siempre destacaron por su elegante insolencia.
Un desparpajo y una seguridad en sus poderes que les permitió crear pelotazos como este debut, un disco en el que las guitarras arañan sin perder un dramatismo que las hace engarzarse a la perfección con unas eyaculaciones de teclado que también podemos disfrutar en los famosos Attractions de Elvis Costello. Aquí de una manera más atmosférica y envolvente, con un clasicismo que les permite invocar incluso a Queen en algunos coros, tal es la falta de prejuicios y cortapisas de los bostonianos.
Por todo esto "The Cars" es un clásico instantáneo. Porque suena con convicción, suelto, sin miedos... Porque salió con el sabor de lo último manteniendo el poso de lo clásico. Una conjunción de ingredientes en la que prima el gusto por encima del virtuosismo o esa rabiosa actualidad que ha hecho tanto daño en tantas ocasiones. Pop de toda la vida, eléctrico, rabioso, coleante, sentido, inmediato y absolutamente eterno. Parece fácil, pero todos sabemos que esto no está al alcance de cualquiera.
★★★★☆
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