The Modern Lovers (The Modern Lovers, 1976)
ROCK. The Modern Lovers supone la sublimación de lo imperfecto a través de lo crudo, lo entrañable (de entrañas), lo jocoso y lo independiente de verdad. Se trata de una obra magistral que fue la carta de presentación de todo un personaje como es Jonathan Richman. Este fue el líder, cerebro y guía de una banda cuyo mito sobrepasa por mucho su producción discográfica.
En estas demos grabadas entre 1971 y 1973 ya se encuentran buena parte de los elementos que harían grande a Richman. A saber, su humor personal y malsano, su dicción entre Lou Reed e Iggy Pop, su adoración por The Velvet Underground y un amor por las melodías sencillas y una rítmica propulsada a chorro entre el rock de los 50 y las galopadas de terciopelo de la banda de John Cale. Precisamente este último fue el productor de la primera de las sesiones de grabación de alguno de estos temas. Entre ellos se encuentra el mítico "Roadrunner" que debe su fama a la eterna mística norteamericana de la carretera. El tema se apoya en una base de dos acordes que van inflándose gracias a un teclado demoledor y al canto de Richman entre arrastrado y extasiado. Se trata de un clásico eterno que por mucho que recuerde al "Sister Ray" de la Velvet resulta inolvidable.
Lo mismo podemos decir del resto de la cara A con el cúlmen en la oscura y jocosa "Pablo Picasso". Estos dos son los temas que sobresalen de una colección que no baja el nivel en ningún momento. Los chispazos eléctricos se alternan con el soplido agresivo de unos teclados sobresalientes en su papel de subrayado y la rítmica es letal a la hora de encabritar los temas o reposarlos como en un coma latente y angustioso.
Realmente parece mentira e injusto que estas canciones necesitaran esperar hasta el 76 para ver la luz. Lo que no me resulta tan extraño es que las dejaran en su versión demo. Los retoques, sin duda, las habrían estropeado, aunque solo fuera un poquito. Y eso hubiera sido imperdonable para una obra que ha conseguido perpetuarse en el tiempo por encima de modas y tendencias. Como la obra de Picasso, y salvando las distancias, esto es un disco que dio un brochazo de frescura en la anquilosada escena de mitad de los 70. Como algunos otros y como él solo. Y sí, "nadie llamó gilipollas a Pablo Picasso jamás".
Como buen álbum maldito, no tuvo un recorrido fácil. "Hospital" sin ir más lejos se incluyó en el álbum tal y como salió en una sesión demo de 1971. El grueso del álbum se compone del material registrado en otras dos sesiones demo que tuvieron lugar en Los Angeles. La primera fue producida por el mítico John Cale y la segunda por Alan Mason y Robert Appere.
Las dos sesiones fueron realizadas para discográficas diferentes y no iban a ser las definitivas para el álbum. Finalmente se decidieron por Warner y por consiguiente por John Cale como productor para las grabaciones definitivas. Grabaciones que afortunadamente no se llegaron a realizar. La culpa la tuvieron diversos factores como fueron las tensiones en la banda, las intenciones de Richman hacia una suavización de los temas que no les habrían hecho ningún bien y la muerte de Gram Parsons, gran amigo de Richman. Todo esto desembocó en la disolución del grupo en 1974. Y sin disco largo en el mercado.
Posteriormente Richman fichó como solista por la discográfica Beserkley con la intención de regrabar algunos de los temas mencionados. Eso es otra historia que no viene al caso ahora. Lo que nos interesa es que la discográfica aprovechó el fichaje de Richman para editar el maravilloso disco que nos ocupa. Para ello remezcló las pistas originales que se habían grabado entre 4 y 5 años antes.
Resulta epatante que, a pesar de (o debido a) que se trate de tomas directas y sin refinar, el sonido sea tan apabullante. Será la frescura, será la inspiración. Algo tendrán que ver unos músicos que prefirieron arder con fiereza antes que consumirse tristemente.
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