Marquee Moon (Television, 1977)
ART PUNK. Desde el sótano de las guitarras asimétricas hasta los confines del cosmos, los ecos contaminados de Marquee Moon resuenan en un recordatorio de nuestra caducidad. La naturaleza perecedera del ser humano se ve más clara tras la escucha de este monumento de Tom Verlaine y los suyos. En el año del punk destrozaron cualquier expectativa con esta maravilla de rock de vanguardia que podrá llamarse así por muchos años que le caigan encima.
El debut de Television es un prodigioso vórtice eléctrico en el que sobresale su tema titular, una extensa suite que nos sacude con sus capas de guitarras enfrentadas, su sonido frondoso y su miríada de efectos que incluyen lo que parecen maullidos o graznidos de aves extintas. Aún así, el resto de temas no le van a la zaga. El pop aguerrido de "See No Evil", la melodía vidriosa y empañada de "Venus", la agresividad celestial de "Friction", todo ello tocado con pasión y sin prejuicios, dejando de lado lo ortodoxo y probando técnicas prohibidas.
Así ha sido siempre Tom Verlaine, un explorador de la guitarra sin miedo ni ataduras. Ese que a veces se veía incapaz por sus limitaciones de reproducir lo que tenía en su cabeza. Así de complejo es su cerebro. Por delante de su técnica. Y eso nunca impidió que desarrollara música tan maravillosa como la que contiene esta joya.
Una joya que abre su cara B con el adictivo ritmo truncado de "Elevation", continúa con las esencias años 50 de "Guiding Light", una preciosidad que nos deja el cuerpo preparado para el pop obtuso e inimitable de "Prove It". Y para cerrar, nada mejor que la tenebrosidad ampulosa y delicada de "Torn Curtain". Todo un mazazo para echar la persiana de una obra magistral.
Marquee Moon es ya eterno. Será por esa forma tan única que encontró para unir la disonancia y la precisión dando con una nueva forma de melodía. Un estilo que influiría en todo el rock alternativo por venir, en cosas tan diferentes como U2 o Sonic Youth. Toda una demostración de personalidad. Unir lo infinito a través de un sonido asimétrico, turbio pero también precioso. Tan precioso, tan claro... que parece fácil...
Total: 45:13
Apelo al archifamoso poema de William Blake, The Tyger, publicado en 1794 como parte de su obra, Songs of Experience. Hermano temáticamente de ese The Lamb, contenido en Songs of Innocence, confronta la fiereza y la primitiva belleza del tigre con la inocencia y la pureza del cordero.Un ejemplo mínimo de los juegos de contrarios de los que gustaba el genio inglés. Un juego de contrarios que encuentro de alguna forma en las guitarras enfrentadas de manera abrupta, a veces hermanadas por ese beso obligado que viene tras una pelea fraterna y siempre en continua discusión asimétrica.
Lo que me lleva de manera directa a esa aterradora simetría que menciona el poema al describir a una criatura salvaje, hermosa y brutal. Exactamente como este disco.
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