domingo, 26 de septiembre de 2021

Héroes del trabajo

Workingman's Dead (Grateful Dead, 1970)


ROCK CON RAÍCES. Después de toneladas de excesos eléctricos y de todo tipo, los Dead se encontraban en una encrucijada ardiente avivada por las llamas de una detención por posesión de drogas que podía bien acabar en pena de cárcel. Con todo este estrés, las deudas contraídas por la costosa grabación de Aoxomoxoa (1969) y la incorporación de Robert Hunter como letrista y miembro de facto del grupo, Jerry Garcia y los suyos, dieron un giro de 180º y desnudaron para la eternidad todas esas influencias del blues, el folk y el country que siempre habían tratado de camuflar entre capas y capas de barroquismo y electricidad borboteante.

Siquiera metafóricamente, los californianos se habían mudado a ese mítico Laurel Canyon donde se estaba cociendo lo más interesante y puntero en cuestiones de rock de raíces. Al abrazar la americana de manera tan furibunda y tan repentina, dejaban atrás todo ese mundo de jams interminables en los populares ballrooms, la vida comunal en mansiones victorianas destartaladas y toda una mitología del jipismo tal y como se nos ha inculcado. Y si no la abandonaban, al menos parecían haberla olvidado un poquito.

Ahora lo que tocaba era filtrar la electricidad, anularla incluso, disfrutar del sonido recién descubierto (por su parte) de la guitarra slide y tratar de armonizar sus voces al estilo Crosby, Stills & Nash. Todo un viaje inverso que se antojaba complicado, pero que acabó en triunfo absoluto. Pocos meses después rubricarían esta inmersión en el sonido Bakersfield con la que para muchos es su obra maestra, American Beauty (1970), la segunda pata de un banco sencillo y hermoso, fabricado con las maderas más nobles. Aunque no siempre sepas dónde colocarlo.

★★★

A1 Uncle John's Band 4:42
A2 High Time 5:13
A3 Dire Wolf 3:13
A4 New Speedway Boogie 4:05
B1 Cumberland Blues 3:15
B2 Black Peter 5:42
B3 Easy Wind 4:59
B4 Casey Jones 4:24
Total: 35:33
 

El giro que dio el grupo en esta época fue una locura completa. Abandonaron las luces estroboscópicas en un movimiento hacia la sobriedad que podría compararse al del eremita que lo deja todo para aislarse del mundo en el lugar más remoto posible.
 
La prueba no solo está en el sonido, también en la estética de una portada en sepia que nadie les atribuiría en esos momentos. Hoy no parece para tanto, pero lo que hicieron los Grateful Dead hizo algo más que rozar el suicidio comercial. Una valentía que pocas veces se ve y que hay que alabar siempre.

 
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