ROCK PROGRESIVO. Los ángulos torcidos de King Crimson se dibujan aquí en todo su esplendor, en un disco que no solo puede rivalizar con In the Court of the Crimson King (1969) como mejor obra del combo, sino que en muchos aspectos la supera. Así de rotundo es el séptimo disco de los dioses del prog.
Como suele pasar, esta obra magistral culminó una etapa de tensión que se materializaría con la primera desbandada de Robert Fripp, guitarrista y arquitecto del sonido del grupo. Se fue antes de la publicación del álbum, por lo que el mismo no tuvo gira de presentación. Otra vez. Discos posteriores darían fe de la importancia de Fripp en el grupo, ya que aunque se dice que en este adoptó un papel secundario en la toma de decisiones, está claro que su influencia en el sonido, la composición y los arreglos fue capital.
Todo a pesar de que el gran tema por el que siempre será recordado Red fuera una idea de John Wetton, bajista y vocalista. "Starless", una de las mejores canciones de la historia, la mejor del grupo sin ninguna duda, ya debería haber sido incluida en el disco anterior, pero no convencía al resto de la banda. Aquí encontró la gloriosa forma que la llevaría a la eternidad, aunque por supuesto no es lo único que maravilla en esta joya. "Fallen Angel" o "Red" rayan casi al mismo nivel y las dos restantes desengrasan y alimentan en medio de un exquisito barullo de jazz libre y fastuosa música incidental.
Sé que su debut tiene muchísimo peso y es un disco aterrador, pero en mi opinión Red gana porque consigue alcanzar esa concreción que siempre se les había escapado de los dedos. Además cuenta con una pegada infinita a partir, ojo, de temas larguísimos, porque los vientos se encabritan con gusto, las baterías laten y redoblan con potencia tormentosa y las guitarras saben ser prístinas o asesinas a placer. Todo en un marco de ritmos truncados y angulosos, de vértices asimétricos, pero dominados por una armonía y una elegancia superlativas. Ese equilibrio de apariencia inestable y solidez mastodóntica que hace de este trabajo uno de los momentos clave del rock progresivo. Una obra a reivindicar y entronizar al margen de etiquetas y fanatismos. Esencial para cualquiera con un par de orejas.
★★★★★
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