JAZZ POP. Supuestamente este disco no tendría que existir. Joni se hartó de decir a los cuatro vientos que el anterior, Travelogue (2002), una recolección de los rincones más oscuros o más brillantes de su discografía en clave orquestal, era su despedida del estudio de grabación. Algo debió pasar, no obstante, porque por una necesidad imperiosa decidió despedirse finalmente con esta colección de canciones nuevas de su puño y letra.
Un material al que ella misma calificó de obra tan seria como cualquiera que hubiera grabado. Una descripción que tenemos que tragarnos ante su estatura artística, pero que para mí es bastante matizable. Si bien podemos escuchar a una Mitchell renovada y fresca, con su voz en muy buen estado a pesar de su tabaquismo y de lo deteriorada que había sonado en obras anteriores, salvo excepciones notables, tampoco veo aquí la obra de redención capaz de poner la guinda perfecta al trabajo de toda una vida.
Shine se compone de buenos momentos, de canciones recogidas y perezosas, de arreglos cuadrados al milímetro y de atmósferas volátiles que se evaporan al instante. Es un disco que no va a dejar huella alguna, lo siento, y que no creo que fuera la despedida que Joni soñaba. Desde luego no es la que merecía, pero lograr eso, a esas alturas, se antojaba imposible, teniendo en cuenta que hacía ya más de un cuarto de siglo desde su último zarpazo para la eternidad. Por eso no queda otra que admitir la derrota, regocijarnos con un pasado que no va a volver y entonar solemnemente ese "es lo que hay" que no consuela pero nos abre los ojos a la cruda realidad. Y quizás lo que suena aquí nos acabe intrigando lo suficiente como para que podamos decir que, de alguna extraña manera, ha merecido la pena. O quizás no.
★★★☆☆
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