La La Land (Justin Hurwitz, 2016)
BANDA SONORA/JAZZ POP. Nunca olvidaré la primera escena de la película. Esa panorámica de un atasco kilométrico, esa forma tan original de presentarnos los personajes, pero sobre todo, esa música, una música que no me esperaba y que me golpeó por sorpresa dejándome sin capacidad de reacción para toda la película. Una cinta que fui a ver a regañadientes y que me conquistó por su historia, su fotografía imposiblemente artificial y por una música que no dejaba lugar para la duda ni por un momento.
Una música que es obra de un tal Justin Hurwitz, compositor que ha enlazado su nombre al del realizador Damien Chazelle. Tanto en esta película como en Whiplash (2014), Hurwitz ha dejado constancia de sus habilidades para hacer del jazz el material soñado para impactar en la audiencia. ¿Y quién lo iba a decir? No parece este estilo el ideal para amasar un éxito masivo. Precisamente por eso tiene tanto mérito lo que consigue hacer aquí el compositor californiano. A partir de materiales elevados consigue reunir un grupo de partituras capaces de poner de acuerdo a casi todo el mundo, de hacernos vibrar, y sobre todo de hacer que sintamos la historia de amor de Mia y Sebastian en nuestra propia piel.
Ese debe ser el secreto de unas canciones que juegan con la emoción a flor de piel sin traspasar nunca la línea que las llevaría directas a lo pasteloso. No, aquí no hay melodrama barato, y las canciones que nos acompañan son las auténticas culpables de ello. Solo encuentro melancolía de la buena, euforia desmedida y una emoción infinita. No quisiera sonar exagerado, pero es justo lo que me dicta el corazón al abrigo de tonadas como "Another Day of Sun", "Someone in the Crowd", "City of Stars" o "The Fools Who Dream". El que las haya escuchado sabrá de qué hablo. El que haya visto la película secundará mis palabras. Y el resto del mundo... Seguro que lo acabará haciendo tarde o temprano.
★★★★☆
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