
METAL INDUSTRIAL. Después de una barbaridad como Omega (1996) había que romper la baraja, quemarlo todo y empezar de cero. El giro de Lagartija Nick con este disco podrá discutirse desde muchos flancos, pero desde luego no podrá criticarse por tibio ni cobarde. Lo que no significa que fuera un éxito sin paliativos precisamente.
Cada vez que me meto en sus aguas oscuras e inclementes me viene a la mente la idea de que aquí los granadinos pretendían acercarse a Einstürzende Neubauten. No me pregunten por qué, supongo que el aura arty de los alemanes es para mí algo deseable a la hora de musicar a un artista tan heterodoxo como Val del Omar. Sin embargo, no sé si por incapacidad, porque simplemente no estaban en su radar o por algún fallo en el rumbo, esto suena mucho más a Ministry, Fear Factory y, oh my god, a la banda sonora de El día de la Bestia (1995).
En un recorrido tan metálico, entre tanta cefalea autoinflingida, solo me acaba llamando la atención la intervención de Enrique Morente en "Celeste", una jugosa continuación de lo iniciado en Omega que deja en cueros la metalurgia del resto de temas. Una demostración de que puede que Lagartija Nick tuviera una idea jugosa y puede incluso que hubiera su aquel a la hora de enfrentar a ese misterioso y siempre infravalorado José Val del Omar, al que homenajean, con los brillos inmisericordes del metal, pero si me queda claro que todo esto no es lo mío, no es menos evidente que tampoco será nunca lo de Antonio Arias y los suyos. Así las cosas, mi veredicto no puede ser otro que un claro y rotundo no.
★☆☆☆☆
1 Noosfera-síntesisJosé Val del Omar, fotógrafo, inventor y cineasta inclasificable, fue todo un innovador en cuanto a la técnica, sobre todo, en el último campo. Con conceptos tan definitorios como ese PLAT (Picto-Lumínica-Audio-Táctil) y con técnicas y definiciones nunca antes vistas como el desbordamiento apanorámico de la imagen, la visión táctil y el sonido diafónico, fue un creador total y tan respetado hoy día como ninguneado en su tiempo.

No sé si este metal industrial con el que los Lagartija tratan de invocar su figura es lo más adecuado. Por un lado no le pega ni con cola, pero por otro refleja a la perfección el espíritu libertario del granadino. Una cabezonería que trata de invocar la hipnosis a base de repetición ritual y taladro a piñón. Un sonido tan físico, tan táctil, como las películas del homenajeado. Visto así, a ver quién pone en duda la validez del concepto. Aunque no pueda culpar a la discográfica por darles la patada después de esta afrenta.
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