Electric (The Cult, 1987)
HARD ROCK. Con "Electric" The Cult da un giro de 180º y se hunde a pulmón en ese rock duro que siempre había salpicado su música. Y lo hacen bien, eso es innegable. Por mucho que a sus riffs se les vean las costuras en todo momento y no nos hartemos de pregonar a los cuatro vientos lo fuerte que es el olor a AC/DC, a Led Zeppelin o a los Stones. Ian Astbury y los suyos puede que no entreguen el disco más original del mundo y seguro que se regodean en la que puede ser una de las peores versiones de "Born to Be Wild" que puedan existir, pero al menos se empecinan en hacer honor al título que le ponen y se emplean a fondo para sonar más eléctricos y asesinos que nunca.
Para ello se ponen en las manos de todo un Rick Rubin, experto en sacar todo el veneno a multitud de bandas de hip hop y a unos tales Slayer, a los que les produjo ese tótem llamado "Reign in Blood" un año antes. Credenciales de lujo, por tanto. Una tarjeta de presentación que se refrendó con un trabajo descomunal en el que el neoyorquino se obsesionó por imitar el sonido de álbumes y grupos legendarios para lograr el resultado final. Así, según cuentan las crónicas, se empecinó en mimetizar el sonido de batería de "Highway to Hell" (AC/DC, 1979), las guitarras de "Back in Black" (AC/DC, 1980) o en retratar al milímetro la potencia vocal de Robert Plant en los discos de Led Zeppelin.
Un arte, el del pastiche, poco reconocido. Así, por muy bien que suene "Electric", por mucho que nos avasalle con su potencia endiablada, es muy difícil tomárselo en serio al 100%. Yo mismo no puedo negar que por mucho que lo disfrute, con esta propuesta tan formulaica, no puedo olvidarme del azul noche con el que pintaban mis sueños tan solo un par de años antes. Sí, el malditismo artificioso y sublime de "Love" (1985) había quedado atrás para siempre. Tampoco había que lamentarse tanto por ello. No obstante, la nueva dirección del grupo, tan decidida y tan poderosa, me planteaba más dudas que certezas. El tiempo me iba a acabar dando la razón.
★★★☆☆
Total: 39:02
Que este disco es plastiquete del bueno y artificio a tumba abierta se ve claro en cuanto se escarba un poco. Para empezar, el giro al rock duro no fue algo natural ni nada de eso, sino que fue un movimiento totalmente premeditado que buscaba tocar pelo en unos años en los que el heavy gozaba de una popularidad como ahora no podemos imaginar.
Por tanto, cuestiones artísticas al margen, en esta maniobra estaba el dinerito de por medio. De ahí que no quedaran contentos con el primer intento de esas doce coplas que grabaron en 1986 para un disco que iban a llamar en un principio Peace y contrataran a Rick Rubin para que les arreglara el desaguisado y los convirtiera en los nuevos arcángeles del cuero y el acero. No los voy a culpar por ello. Su éxito habla por sí mismo, pero pongamos las cartas sobre la mesa.
DISCOS RELACIONADOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario