Nightclubbing (Grace Jones, 1981)
DISCO. Reggae, funk, soul, cabaret... Clase infinita. Eso es lo que se gastaba en las pistas de baile de unos 80 nunca más injustamente denostados. Máxime viendo lo que nos ponen en estos tiempos más plásticos que el plástico. Y creíamos que habíamos aprendido una lección que, al calor de este disco, se antoja totalmente falsa.
Así se las gasta una Grace Jones que domina desde el segundo cero una jungla de bajos y teclados de los que dejan huella. Incluso se atreve con el francés (quizás eso sobraba) en un disco para bailar y escuchar. Una música que se ajusta a la perfección a su voz grave y autoritaria. La voz de una pantera dominante para un disco que gana cuando se envuelve en terciopelo y pierde con un par de salidas de tono que lo alejan de la eternidad irremisiblemente.
Nightclubbing en una palabra es diverso. Curiosamente no es la versión de Iggy Pop que lo titula lo que más destaca. Personalmente me quedo con la terna inicial y la final, los auténticos motivos para amar un disco imperfecto y que puede no haber envejecido de la mejor manera posible, pero que nos recuerda, una vez más, que antes se hacían las cosas de otra forma. Sí, podemos decirlo sin timidez... Mejor.
★★★☆☆
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