jueves, 16 de septiembre de 2021

Si hay que bailar, que sea con esto

Nightclubbing (Grace Jones, 1981)

DISCO. Reggae, funk, soul, cabaret... Clase infinita. Eso es lo que se gastaba en las pistas de baile de unos 80 nunca más injustamente denostados. Máxime viendo lo que nos ponen en estos tiempos más plásticos que el plástico. Y creíamos que habíamos aprendido una lección que, al calor de este disco, se antoja totalmente falsa. 

Así se las gasta una Grace Jones que domina desde el segundo cero una jungla de bajos y teclados de los que dejan huella. Incluso se atreve con el francés (quizás eso sobraba) en un disco para bailar y escuchar. Una música que se ajusta a la perfección a su voz grave y autoritaria. La voz de una pantera dominante para un disco que gana cuando se envuelve en terciopelo y pierde con un par de salidas de tono que lo alejan de la eternidad irremisiblemente.

Nightclubbing en una palabra es diverso. Curiosamente no es la versión de Iggy Pop que lo titula lo que más destaca. Personalmente me quedo con la terna inicial y la final, los auténticos motivos para amar un disco imperfecto y que puede no haber envejecido de la mejor manera posible, pero que nos recuerda, una vez más, que antes se hacían las cosas de otra forma. Sí, podemos decirlo sin timidez... Mejor.

★★★

A1 Walking in the Rain 4:18
A2 Pull Up to the Bumper 4:40
A3 Use Me 5:03
A4 Nightclubbing 5:04
B1 Art Groupie 2:40
B2 I've Seen That Face Before (Libertango) 4:28
B3 Feel Up 4:02
B4 Demolition Man 4:04
B5 I've Done It Again 3:48
Total: 38:07
 
Grace Beverly Jones nació en Jamaica y siempre se ha caracterizado por esa belleza racial que ha usado como un arma de confrontación en toda su carrera artística. Como cantante, modelo o actriz, siempre se ha caracterizado por la provocación y el arrojo. Muy en la línea de congéneres de personalidad fuerte como la gran Nina Simone o la más actual Skin (Skunk Anansie).

Todo eso te explota en la cara al mirar la portada de este disco con la pose de la artista, su negrura impúdica y reluciente, toda esa insolencia y ese toque de androginia que siempre ha usado en su beneficio. También detecto un hieratismo casi escultórico como si estuviéramos ante un retrato de Ingres. Todo eso ha sido y todo eso me sugiere la señora Jones. Mil perdones por el atrevimiento.

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