domingo, 5 de noviembre de 2017

La roja insignia...

Broken English (Marianne Faithfull, 1979)

ROCK. El inglés roto. Relaciones rotas por la falta de comunicación que desembocan en guerra. También un toque de atención a las conciencias y un ejercicio de autocrítica. No le echéis la culpa a los rusos ni a los alemanes. Las guerras se hablan en inglés roto. El inglés roto de las arengas políticas que enardecen al pueblo. El de los alaridos de los heridos y los muertos. El argot lleno de errores gramaticales que se expone en novelas como The Red Badge of Courage (Stephen Crane, 1895). El lenguaje de la impotencia y la injusticia.

Faithfull también explora el idioma de la crítica antipuritana y del canto a la vida ("Witches' Song"), el de la autoafirmación y la relación absorbente ("Guilt", "Brain Drain"), el inglés narrativo ("Ballad of Lucy Jordan"), el de la revuelta social ("Working Class Hero"), y desemboca en el inglés sucio, el de la lasciva y desafiante "Why d'Ya Do It?". El volcán que cierra el disco con un ritmo insistente y eléctrico.

Un cierre apabullante para una obra maestra que viene a ocupar el nicho dejado por el paréntesis que Patti Smith se tomó entre el 79 y el 88. Y para todo ello se vale de rock funky, blues seco y folk de cámara. Todo remozado en teclados, alquitrán y hormigón. El toque urbano. Como la Smith de los últimos 80, pero sin la tontería. Avanzando de alguna forma a la Smith de los 90. La desbordada. Así la espera se hace más llevadera. Marianne toma el testigo y lo hace sobrada. Y de paso se crea un nuevo mito.

★★★★☆

A1 Broken English 4:35
A2 Witches' Song 4:43
A3 Brain Drain 4:13
A4 Guilt 5:05
B1 The Ballad of Lucy Jordan 4:09
B2 What's the Hurry? 3:05
B3 Working Class Hero 4:40
B4 Why D'Ya Do It 6:45

Total : 37:15

El lenguaje de la confrontación, el inglés forzado para ser usado en comunicaciones no deseadas, todo lo descarnado que late en este álbum inigualable me lleva, ya lo he dicho arriba, a esa The Red Badge of Courage con la que Stephen Crane puso del revés un mundo literario que no estaba acostumbrado a declaraciones tan honestas y sangrantes.

Con Crane la guerra deja de ser algo heróico y sagrado para que por fin la viéramos como lo que es en realidad: la expresión más abyecta de la ambición y la estupidez humana. En su novela no hay héroes, sino vísceras, no hay testosterona, sino vómito. Y miedo, mucho miedo.

Su ateísmo y su humanismo rezumaron con fuerza en las doce novelas que escribió antes de morir trágicamente de tuberculosis en Alemania. Solo tenía veintiocho años.

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