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viernes, 2 de agosto de 2024

Las alas tristes del deseo

 

 Joni Mitchell

(Fort Macleod, Alberta, 1943 - )

Roberta Joan Anderson nació en Fort Macleod, Alberta en 1943. Desde su fría Canadá natal empezó a forjar su leyenda rodeada de traumas y tragedias. Contrajo la polio, empezó a fumar con nueve años y se introdujo en el jazz desde bien pequeña también. A los 21 años dio a luz a una hija a la que no podía mantener y tuvo que entregar en adopción. Algo que no supimos hasta mucho después, a pesar de que lo menciona en canciones como "Little Green" o "Chinese Cafe".

Ese fue el ambiente en el que se crió y en el que creció como intérprete y compositora. Apenas dos meses después de dar a luz abandonó Canadá por primera vez para viajar a los EE.UU., país que la acogería en el futuro y en el que desarrollaría el grueso de su carrera discográfica. Estableció su hogar en California a finales de los 60, concretamente en Laurel Canyon, barriada contracultural y bohemia por antonomasia donde se agolpaba el mayor porcentaje de talento musical de la época. 

Allí empezó a construir su versión del folk, un trasunto tintineante y faérico, pero para nada ñoño. Una música que ya desde el principio sonaba tan hermosa y aérea como retadora gracias a unas afinaciones nunca vistas y a unos cambios melódicos para nada convencionales. De ahí a ir emborronando su música con el jazz que siempre había llevado dentro había un paso. Un paso que fue dando de manera sutil y decidida.

Grabó sus mejores discos en los primeros 70. Aunque la ristra que va de Song to a Seagull (1968) a Ladies of the Canyon (1970) ya merece un buen puñado de escuchas, fue en ese quinteto formado por Blue (1971), For the Roses (1972), Court and Spark (1974), The Hissing of Summer Lawns (1975) y Hejira (1976) donde se vació por completo y donde, como ella decía, había conseguido sonar más sincera.

Después de eso sus ansias experimentales la fueron llevando por otros derroteros, siempre sabrosos, si bien no tanto como en esa edad de oro. Ahondaría en esa colaboración exquisita que desarrolló con el bajista Jaco Pastorius, haría del jazz y el folk uno, tantearía terrenos progresivos y trataría de dar a su música una seriedad que en realidad siempre había tenido de manera innata.

Demasiado como para ser encerrado en unas pocas líneas. Joni Mitchell abrió tantos caminos, influyó a tantos artistas (no solo femeninos), que puede ser llamada una de las grandes. Se despedía de la actividad discográfica en 2007, después de cuarenta años de carrera. Una carrera lo suficientemente rotunda como para hacer caso a todos los que la colocan como uno de los músicos más grandes de la segunda mitad del siglo XX.


DISCOGRAFÍA (MÁS O MENOS) SELECCIONADA

    
    
    
  


LOS 5 GRANDES 



ARTISTAS RELACIONADOS

Crosby, Stills, Nash & Young 

Con el supercombo avanzadilla del folk rock compartió influencias, gustos, giras y mucho más. Mantuvo relaciones románticas con David Crosby y Graham Nash, como mínimo, y colaboró con todos ellos, llegando a dedicarles canciones. Crosby decía que era frustrante presentarle a Joni una canción que acababa de escribir, porque ella inmediatamente le contestaba con tres nuevas piezas mucho mejores que la suya. Un buen resumen del talento indómito de la canadiense.

Weather Report

Este grupo debe estar aquí por fuerza, aunque más que por su importancia como combo en la carrera de Mitchell, por contar en sus filas con Jaco Pastorius, el cual puso la enormidad de su bajo sin trastes al servicio de la canadiense en el tramo fundamental de álbumes que va de Hejira (1976) a Shadows and Light (1980). La banda al completo también tuvo una aportación importante en alguno de ellos, pero es el bajista el que tuvo más continuidad y el que dejó una huella más profunda en la obra de la canadiense.

Charles Mingus

La relación con el contrabajista de Nogales puede analizarse desde varios ángulos. Por un lado está el amor por el jazz de Joni desde edad temprana, el cual, no me cabe la menor duda, seguro que incluyó la obra de este artista. Pero es que además, luego de haber influido en la música de la canadiense de manera definitiva, Joni tuvo el privilegio de trabajar con él en su álbum Mingus (1979). Con "su" me refiero a la cantautora y con la colaboración me refiero al aporte de varias piezas del puño y letra del jazzman a las cuales Mitchell puso letra. Todo un triunfo para ella a pocos meses del fallecimiento de su héroe.

UNA CANCIÓN (Y UNA LISTA DE REPRODUCCIÓN)

Se podrán imaginar lo que supone tener que elegir solo una canción en una colección tan densa y tan inmensa. Sin embargo, esta vez no me ha sido tan difícil, ya que, aun adorando casi todo lo que ha hecho Joni Mitchell, "Woodstock" siempre estará en un lugar muy especial de mi corazón.

Será por las notas etéreas y casi alienígenas que saca del piano o por la dejadez tan deliciosa con la que despacha el estribillo, pero para mí es la mejor canción de la canadiense. No tanto por una letra en la que se limita a hacer una recolección más o menos poética de ese festival en el que no pudo estar. Eso no deja de ser gustoso y elegante, pero lo que me mata de verdad es una melodía que con las dosis ingentes de misterio que aporta el órgano se te clava para siempre. Solo si la canta ella, claro, porque ese es el otro secreto de una canción inmortal como alguna que otra en su cancionero, pero como la que no hay tantísimas como podríamos esperar.

PLAYLIST: Sad Wings of Desire

  1. Both Sides, Now
  2. Big Yellow Taxi
  3. Woodstock
  4. The Circle Game
  5. Blue
  6. A Case of You
  7. Cold Blue Steel and Sweet Fire
  8. Free Man in Paris
  9. The Hissing of Summer Lawns
  10. Coyote

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