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sábado, 27 de julio de 2024

Plan Marshall

Antes de la década de los 50 casi todos tenemos un vacío en cuanto a grandes referentes musicales. No se trata solamente de que estén muy atrás en el tiempo. Además, influye el hecho de que las técnicas de grabación estaban por perfeccionarse y la difusión de la música grabada estaba aún en pañales. No digamos la ausencia de un objeto como el LP, capaz de lanzar un coleccionismo que iba de la mano con la forja de los grandes mitos de la música popular.

En esta selección me he limitado a los años 50 con la adición de un álbum anterior a esa época. Un disco más que interesante y más que necesario para entender la evolución de los gustos, de la música ligera al folk, y de este al jazz y a la explosión final de un rock & roll que lo cambiaría todo para siempre.

Son solo diez obras maestrísimas, indiscutibles en su mayoría. Lo que no quita que aun siendo todos los que están, no estén todos los que son. Ese es el problema de ponerse demasiado exquisito y de pretender ofrecer una destilación extrema para obtener el mejor perfume en una dosis, eso sí, totalmente diminuta. El top de lo más top.


(Clic en las portadas para más información) 

10 Dust Bowl Ballads (Woody Guthrie, 1940)

Cuando el folk era una cosa seria, aparte de por denunciar las injusticias, lo era por ser lo más parecido a la literatura, algo a lo que el populacho no tenía acceso por la falta de formación y el analfabetismo rampante de la época. Por todo eso, este álbum fue tan importante. Puede que no tuvieras el tiempo, las ganas o el entendimiento para sumergirte en Las uvas de la ira (John Steinbeck), novela que salió solo un año antes que este disco, pero seguro que sí que ibas a entender lo que te contaba Woody con su voz nasal y ese lenguaje sacado de la misma tierra que era tu sustento y tu condena. Eso sí que lo entiende cualquiera, pero comprender que era necesario y saber explicarlo en esos términos... Eso solo está al alcance de unos pocos genios.

 

9 Gunfighter Ballads and Trail Songs (Marty Robbins, 1959)

Nadie como Martin David Robinson, Marty Robbins para el arte, si hablamos de este subgénero de la música country que son las canciones de vaqueros. Un mundo dentro del caudaloso río del folklore norteamericano. Un estilo que mezcla lo dulce con lo sangriento y que tiene su miga en las historias que cuentan sus canciones, relatos complejos llenos de traición, amor y venganza. Los mejores ingredientes para casi cualquier western en el que podamos pensar.  (...)

 

8 Tragic Songs of Life (The Louvin Brothers, 1956)

Los hermanos Louvin son unos clásicos. Si no te suenan es por la alergia que se tiene y el olvido en que se sume a todo lo viene de los 50. La que fuera considerada no hace mucho una década gloriosa en lo musical está siendo enterrada por la modernidad y la infinidad de propuestas "novedosas", la mayoría de las cuales son burdos aparatejos al lado de obras de verdad como estas Tragic Songs of Life. No se trata de un disco que experimente con nada ni que contenga retruécanos innovadores que lo acerquen a la "alta música" que la intelligentsia considera valiosa. Es una sencilla colección de historias, de canciones que te tocan de lleno el tuétano desde lo más básico. (...)

 

7 Songs for Swingin' Lovers! (Frank Sinatra, 1956)

(...) Sólo al dejarse acariciar por estas orquestaciones que abrazan la voz y la abrigan sin asfixiarla, dejando que respire y vuele libre, se podrá entender la grandeza de estos temas. Una grandeza que es resultado de una suma incomparable e irrepetible. La suma más obvia estaría compuesta por los arreglos exquisitos de un Nelson Riddle mayestático y por la interpretación de un Sinatra en la cima de sus habilidades. (...)

 

 
6 Time Out (The Dave Brubeck Quartet, 1959)

La ignorancia me invade cuando tengo que escribir sobre un disco de jazz. Este es un género que me apasiona (cada vez más) pero del que entiendo poco (o nada). Así con eso investigo sobre este disco y saco una cosa en claro. Lo más destacado de él es el empleo de estructuras rítmicas atípicas para el jazz como el 9/8 de "Blue Rondo à la Turk" (ritmo sacado de la música turca) o el 5/4 de la prodigiosa "Take Five". Queda muy bien señalar este detalle que como persona que no sabe absolutamente nada de música formal me parece interesante pero insuficiente para explicar la fascinación de este disco. (...)


Bach: The Goldberg Variations (Glenn Gould, 1956)
 
Casi nadie creía en Glenn Gould cuando en 1955, con veintipocos años, se empeñó en grabar las Variaciones Goldberg de Bach para estrenarse en el mundo discográfico. Desde luego, no contó con el beneplácito inmediato de la discográfica. Pero ¿qué se creía este chico? ¡Escoger unas partituras más bien oscuras de las que solamente había un par de registros en disco en la fecha! Unas partituras que además eran famosas por su especial dificultad y que solo los más entendidos apreciarían no parecía la mejor forma de darse a conocer en el mundo discográfico. Por suerte consiguió convencer a los jefes y aquí tenemos el resultado. (...)


4 The "Chirping" Crickets (The "Chirping" Crickets, 1957)

(...) El rock 'n' roll estaba empezando a balbucear a mediados de los 50 gracias a las enseñanzas de un puñado de artistas que marcaron a fuego las directrices de lo que iba a ser la música más vibrante, contagiosa y adictiva de la historia. Elvis fue uno de ellos, pero sería un crimen olvidar a Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Little Richard y por supuesto a Buddy Holly. Este fue el que insufló ligereza al género, preñándolo de melodías inmaculadas y eternas, fijando el formato de dos guitarras, bajo y batería y ofreciendo esta nueva música a la masa enfervorecida. Podría parecer que abarataba la nobleza blues y country que vertebra este rock primigenio, pero en realidad la dotaba de enjundia al encontrar ese camino bailable y coreable sin dejar de entroncar con la tradición más dura. (...)

 

3 Here`s Little Richard (Little Richard, 1957)

Un negro mariquita tocando la música del diablo. Muy bonito no debía verse esto en la puritana Norteamérica de los 50. No resulta extraño que llegara Elvis y pasara lo que pasó. Aun así, el tiempo ha pasado y ha puesto las cosas en su sitio. A Elvis no hay quien lo mueva de su pedestal, merecidamente a pesar de todo, pero a mi negro afeminado hay que hacerle otro monumento. Uno que pueda cantar sus alabanzas como merece, si es que eso es posible. Por su carrera, por su vozarrón y por este disco increíble.

Esto fue su debut en LP y en menos de media hora ya sentó las bases de un género que, aunque no inventó, sí que le cambió los pañales. La música negra se torna en un animal vibrante de saxos tórridos y un piano ardiente pensado para ser tocado de pie. Puro punk avant la lettre que era capaz de poner patas arriba cualquier auditorio y hacer enloquecer a una juventud ávida de referentes que sacudieran los convencionalismos. Little Richard no era precisamente la referencia que la timorata Norteamérica blanca quería para sus hijos, por eso el artista era visto como el mismo demonio y no contó con ninguna facilidad en su carrera. Si se acabó imponiendo fue por vehemencia y por su demoledora calidad artística. (...)

 

2 Lady in Satin (Billie Holiday, 1958)

Que la Billie Holiday terminal pueda emocionarnos tanto o más que la joven prodigiosa de voz gatuna y elástica no deja de ser un misterio. No dejo de preguntarme qué tendrá este disco, el penúltimo que grabara sólo diecisiete meses antes de irse para siempre. No es su aura, o no sólo eso. El aura no puede hacer que te sientes con reverencia religiosa cada vez que te da por colocarlo en el reproductor. El aura no tiene la capacidad de que te quedes embobado una y otra vez leyendo las notas interiores, mirando esa foto de portada que parece que va a cobrar vida. No, no es el aura, es algo más.

Entonces, ¿serán los arreglos de Ray Ellis? Influyen, no hay duda. Son tan emocionantes, tan acariciantes, tan avasalladores, tan perfectos... A la primera te das cuenta de que no estás escuchando algo normal. Pero, ¿es lo más importante? No. Aunque parezca que la entrada de la Holiday con la voz arrasada por los excesos y el dolor no es lo más impresionante del mundo. A más de uno se le escapará una mueca de asco, sorpresa o pena. Una injusticia para una voz que cuenta tantas cosas, que ha vivido tanto en tan poco tiempo, una voz desgarrada que desgarra al que la oye. No es bella, es honestamente brutal. (...) 


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1 Kind of Blue (Miles Davis, 1959)


 Adentrarnos en Kind of Blue es hacerlo en el disco más importante de la historia del jazz. Miles Davis construyó un monumento que maravilla a cada oyente que se acerca a él. Estamos hablando de un disco eterno e insuperable. El que posiblemente se adueñaría del calificativo de EL DISCO dentro de esto que llamamos jazz. El zumo de naranja del desayuno y la biblia en la estantería.

Grabado en 1959, Kind of Blue amplía y sella el movimiento "cool jazz". Es la expresión máxima de esta variante sedosa y aterciopelada de hacer jazz que se enfrentó a los exabruptos del bebop una década antes. La perfección del disco es sencillamente abrumadora. En cinco temas espaciados, brumosos y sublimes, Davis susurra al oyente, lo acuna y lo empuja con suavidad para que flote en el espacio durante tres cuartos de hora inimaginados hasta y desde entonces. Bueno, esto lo hace el mago de la trompeta junto a una banda de antología. La alineación da hasta escalofríos. Al trompetista lo acompañan Julian "Cannonball" Adderley al saxo alto, Bill Evans al piano (Wynton Kelly lo toca en "Freddie Freeloader"), Paul Chambers al contrabajo, Jimmy Cobb a la batería y el soberbio John Coltrane al saxo tenor. Un conjunto terrorífico que ofrece lo mejor de sí mismo y que transmite el hecho de estar haciendo historia en cada nota.

El disco se abre con la caricia de un piano y termina entre susurros apagándose lentamente como un suspiro. Y en medio parece que no ha ocurrido nada, cuando en realidad nuestra sonrisa y la bruma de nuestro cerebro nos indica que vamos a tardar en recuperarnos de la conmoción. "So What" abre con parsimonia y embrujo instantáneo para enlazar de manera natural e imperceptible con su continuación natural. Se trata de una apuesta doble sobre el tema inicial, "Freddie Freeloader". Después de estos dos momentazos inextricables, sutiles y hermosos, nos sumerjimos en las aguas plácidas y cálidas de "Blue In Green". Un auténtico sueño en el que retozar gozosos mientras esperamos el turno para mi favorita del disco, "All Blues", once minutos y medio de blues bullente y vibrante que no deseas que acaben nunca. O sí, porque solo de ese modo se podrá disfrutar del final herido, falsamente plácido, nocturno, pasional, que es "Flamenco Sketches". Un adelanto de lo que nos esperaba en el excelente Sketches of Spain (1960) y perfecto cierre para un mito de estas dimensiones.

Kind of Blue es de esos discos que tienen una historia para cada oyente. Es un mundo en sí mismo. Tan grande que no admite simplificaciones ni análisis absolutos. Es una de esas obras de arte que no pueden explicarse porque no parecen hechas en este mundo. El batería, Jimmy Cobb, ha dicho alguna vez que este disco debe haber sido hecho en el cielo. Y sin embargo es tan terrenal que conmueve y duele como el primer día. No, este no es simplemente "el disco". Este disco es EL JAZZ.

AÑO A AÑO (en los años sin referencias no conozco ningún disco destacable o que merezca mención en este listado)

1940 - 1955

5 La vie en rose (Édith Piaf, 1953)

Una colección de canciones heterogénea recopilada en 1953. Contiene grabaciones de la parisina que datan de 1946, la canción titular, 1950 y 1951. Un arco temporal muy amplio y muy extraño por incluir esa "La vie en rose" tan distanciada temporalmente del resto. Lo que no quiere decir que el constructo carezca de coherencia ni de atractivo. Eso es lo que cuenta con los discos largos de esta artista. (...)

4 Anthology of American Folk Music (Harry Smith, 1952)

Miembro de facto de la Generación Beat, cineasta experimental, precursor del jipismo, psiconauta empecinado en la exploración de la mente a través de diversas sustancias... El valor de lo que hizo Harry Smith con su labor de investigación y compilación es incalculable, no solo para la música tradicional, sino para todo lo que vino después, esto es, absolutamente todo lo que podemos llamar hoy música popular. Por supuesto, en el mundo anglosajón, que no nos escandalicemos, es el más influyente en cualquier faceta de la cultura, como mínimo, desde mediados del siglo XIX. (...)

3 In the Wee Small Hours (Frank Sinatra, 1955)

Sinatra había estado jugando con la idea del disco conceptual desde el principio de su carrera. Sin embargo, esas intenciones no cristalizaron hasta 1955 en este proyecto faraónico para la época de los diez pulgadas. Y es que el primer disco largo propiamente dicho también contaba con un hilo conductor que lo hacía único y todavía le otorga ese sello de obra esencial. (...)

2 Genius of Modern Music, vol. 1 & 2 (Thelonious Monk, 1951-52)

Estamos ante todo un monumento a un músico genial. Thelonious Monk es un gigante y un visionario imprescindible para cualquier melómano y los dos volúmenes de Genius of Modern Music son parada obligada no solo para el aficionado al jazz. Son dos discos esenciales en cualquier colección seria, auténticos tratados de jazz melódico y rabioso y de deconstrucción pianística en toda regla. Porque estos documentos primerizos demuestran por qué fue tan criticado y por qué es tan alabado. Como Picasso tuvo que lidiar con la incomprensión de aquellos que veían su arte como menor y su vanguardia como incapacidad. (...)

1 Dust Bowl Ballads (Woody Guthrie, 1940)

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1956

5 Ella and Louis (Ella Fitzgerald & Louis Armstrong)

Dos gigantes frente a frente. No enfrentados, sino de la mano, gustándose, susurrándose, amándose. Ella Fitzgerald y Louis Armstrong estaban en la cima de sus carreras cuando se juntaron para registrar este momento imperecedero. No tenían por qué hacerlo, pero demonios, lo hicieron. (...)

4 Elvis Presley (Elvis Presley)

Ni Elvis fue el inventor de nada ni se subió a ningún carro. Dando al César lo que es del César no se puede negar que fue una figura capital, la que más quizás, a la hora de fijar las bases de un género llamado a conquistar el mundo. Tampoco creo que robara la fama a nadie. A pesar de que se apropiara de las versiones adecuadas enterrando la fama que habrían merecido otros, su magnetismo, su estilo vocal y su dominio del escenario y de su propio cuerpo fueron definitivos para su entronización. Y su blancura, seamos claros. (...)

3 Tragic Songs of Life (The Louvin Brothers)

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2 Songs for Swingin' Lovers! (Frank Sinatra)

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1 Bach: The Goldberg Variations (Glenn Gould)

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1957

5 Brilliant Corners (Thelonious Monk)

En su tercer álbum para Riverside Records, el primero para dicha disquera en incluir temas propios, Monk se marca un hito en su carrera. El tema titular tenía una estructura totalmente atípica y altamente compleja, de ahí que necesitara más de doce tomas para dar con algo que se acercara a lo que buscaba el pianista. Solo un detallito para ir abriendo boca ante la inmensidad de una obra capital para el jazz.

4 Saxophone Colossus (Sonny Rollins)

La dimensión colosal de este saxo tenor, de los poquísimos que pueden tutear a John Coltrane, se pone de manifiesto en esta, su obra cumbre. "El mejor improvisador vivo", título que ha ostentado durante décadas, asedia y asola aquí con el bramido poderoso y el lamento sepulcral de su aliento inimitable. "Saxophone Colossus" da fe de la dimensión estratosférica de uno de los músicos más importantes del siglo XX, y no sólo en el jazz. (...)

3 Blue Train (John Coltrane)

(...) Este tren azul y triste de esplendorosa portada nos transporta en nuestros momentos de soledad más espesa. Cuando creemos que no hay motivos para seguir, nos reconforta con ese aliento dorado, nos mesa los cabellos y nos envuelve en un refulgir que surge de la nada, se enrosca y revolotea. Y antes de que abramos los ojos, ya se ha ido otra vez. Como las mejores cosas de la vida.

2 The "Chirping" Crickets (The "Chirping" Crickets)

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1 Here's Little Richard (Little Richard)

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1958

5 Jack Takes the Floor (Ramblin' Jack Elliott)

¿Qué tiene de especial Ramblin' Jack Elliott? Nada. Compañero y aprendiz de Woody Guthrie, calca el estilo del maestro en sus interpretaciones canónicas, sencillas, sin aspavientos. Todo un ejemplo y un espejo para un principiante Bob Dylan que saqueó de lo lindo de sus talking blues y su fingerpicking. (...)

4 Somethin' Else (Cannonball Adderley)

Miles Davis planta su nombre en la portada como colaborador. Adderley titula el disco con una canción del trompetista, la cual hace su pieza central. Y todo esto a unos pocos meses de que saliera Kind of Blue (1959), donde también tocó Cannonball. Demasiadas coincidencias, presagios e intenciones como para pensar que esto sea una casualidad.

3 Ascenseur pour l'échafaud (Miles Davis)

Una de las joyas de Miles Davis más ocultas y más reivindicadas en los últimos tiempos es esta banda sonora que pasó bastante desapercibida en su momento y que ahora casi todo el mundo coloca entre lo mejor del trompetista de Illinois. Conociendo siquiera por encima la obra de Davis, creo que cualquiera entenderá que eso no es decir poco precisamente.

2 The Atomic Mr. Basie (Count Basie)

A mediados de los 50 la banda de Basie se había convertido en una de las más importantes "big bands" para algunos de los mejores vocalistas de todos los tiempos. Esto no significaba que se limitara a esta función de acompañamiento. Que Basie era un creador impresionante quedó patente en obras como este The Atomic Mr. Basie, publicado en enero de 1958, donde impone su ley al piano a la vez que se deja "arreglar" por Neal Hefti (el creador de la melodía de la serie Batman (1966-68)). (...)

1 Lady in Satin (Billie Holiday)

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1959

5 The Shape of Jazz to Come (Ornette Coleman)

Después de dos discos para el sello Contemporary, Ornette ficha por Atlantic y se estrena por todo lo alto con un disco fundacional. "The Shape of Jazz to Come" ofrece lo que promete su título avanzando un futuro que iba a levantar aullidos de reprobación. En estos inicios la cosa todavía aparece domada y ligerita. Aparentemente. Las primeras convulsiones de eso que se llamaría free jazz aparecen sin embargo bien claras y evidentes. (...)

4 Mingus Ah Um (Charles Mingus)

(...) No era Mingus ningún advenedizo en 1959. Ya llevaba años componiendo y había tocado con los mejores. Tenía en su haber alguna que otra obra mayor como Pithecanthropus Erectus (1956). No fue extraño, por tanto, que explotara a los 37 años con esta obra maestra de la música, un disco que apabulla por la cantidad y calidad de melodías clásicas que se apretujan en su seno. (...) 

3 Gunfighter Ballads and Trail Songs (Marty Robbins)

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2 Time Out (The Dave Brubeck Quartet)

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1 Kind of Blue (Miles Davis)

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