jueves, 17 de septiembre de 2020

Hymne à l'amour

Songs for Swingin' Lovers (Frank Sinatra, 1956)

SWING. In the Wee Small Hours (1955) ya era genial. Una obra maestra que ponía el listón demasiado alto para cualquiera. ¿Cualquiera? No para Sinatra. El momento dulce que atravesaba "La Voz" queda refrendado con su disco definitivo, el que estaba llamado a subirse al podio de sus más de 300 discos

Sólo al dejarse acariciar por estas orquestaciones que abrazan la voz y la abrigan sin asfixiarla, dejando que respire y vuele libre, se podrá entender la grandeza de estos temas. Una grandeza que es resultado de una suma incomparable e irrepetible. La suma más obvia estaría compuesta por los arreglos exquisitos de un Nelson Riddle mayestático y por la interpretación de un Sinatra en la cima de sus habilidades.
 
Parece mucho y en realidad lo es pero esto solo no explica que estemos hablando de uno de los discos más grandes que se hayan hecho. Sería injusto no mencionar la producción inmaculada de Voyle Gilmore en la que lo pulido y lo angelical se cargan cualquier rastro de ñoñez. Es simplemente el sonido perfecto para realzar y subrayar sin hacerse notar en un álbum que empieza a ser genial desde la misma selección de canciones, un repertorio en el que Sinatra demuestra un gusto infinito y desborda por su sensibilidad y su inteligencia. No solo son bonitas, son las justas y necesarias en ese momento, y el vehículo perfecto para que el fraseo infinito del maestro paladee las palabras y las suelte con ritmo marcado, fluido o elástico en una muestra de dominio tan avasallador que hace innecesarios al resto de cantantes.

No es "La Voz" por casualidad. Tampoco por potencia. Es por algo que nadie más ha tenido. Esta voz te hace sentir cosas, la puedes notar flotando en el aire, tiene una personalidad inalcanzable, es hermosa por sí misma y, en definitiva, es inexplicable. Baste notar ese "I've Got You Under My Skin" que explica y sintetiza todo el álbum en ese crescendo que sube y sube y sube intentando alcanzar una voz que lo deja atrás a cada paso sin esfuerzo. Y en el intento de alcanzarla nos deja una de las partes instrumentales fundamentales en la historia de la música, una interpretación para la historia. Trompetas y voz en busca de la apoteosis perfecta.
 
A1 You Make Me Feel So Young
A2 It Happened in Monterey
A3 You're Getting to Be a Habit With Me
A4 You Brought a New Kind of Love to Me
A5 Too Marvelous for Words
A6 Old Devil Moon
A7 Pennies From Heaven
A8 Love Is Here to Stay
B1 I've Got You Under My Skin
B2 I Thought About You
B3 We'll Be Together Again
B4 Makin' Whoopee
B5 Swingin' Down the Lane
B6 Anything Goes
B7 How About You?
Total: 45 min. 


Precisamente ese "I've Got You Under My Skin" me retrotrae de una manera más que retorcida a ese "El hombre del brazo de oro" (Otto Preminger) que protagonizara el de Hoboken un año antes de la edición de este disco. Sé que puede parecer un sindiós y meterse en camisa de once varas, pero eso de "te tengo bajo mi piel" nunca me ha parecido tan inocente y siempre ha quedado en mi mente el rastro dulzón y siniestro de la droga dura. 
 
 La portada original de este álbum es la que se muestra arriba, con Sinatra mirando en dirección opuesta a los amantes. En 1957 se cambió por otra en la que el crooner miraba sonriente a la pareja. Esa es la que se ha mantenido en la mayoría de reediciones en CD.

"I think the album’s quintessence can be found in Sinatra’s rendition of “I’ve Got You Under My Skin”, a song that had been written more than 20 years prior by Cole Porter (in fact, there are so many of these reworkings of songs that were old-timey even then that it’s easy to think of Sinatra approach as analogous to a pop-punk band today taking on a Michael Jackson song). As Sinatra moves in on the original melody, the band buoys him up just enough. But he just keeps letting it build just a little bit—on through the bridge and into the second chorus. Then suddenly the band comes in and blows the doors off for the instrumental break, especially the unhinged trombone solo (allegedly recorded over the wrong chords just to give it that off kilter feel). And that’s when Sinatra takes the gloves off." (Eric Klinger)

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