
DEATH METAL. Chuck Schuldiner inicia su viaje hacia la leyenda con este disco. Si bien no queda claro si fue el primer álbum de death metal, sí que parece indiscutible que es el que dio con el sonido definitivo para el género. Mientras que obras como Seven Churches (Possessed, 1985) ya contenían el espíritu de lo que iba a ser este estilo, Scream Bloody Gore supuso el paso adelante que necesitaba esta música extrema para poder ser bautizada.
Así las cosas, podemos tener muy claro que esperar de este trabajo. Imaginería visceral, tripas y casquería gratuitas y una aproximación frontal a los aspectos más explícitos de un alma humana más cerca de la matanza física que de la tortura emocional. Afortunadamente para mí, Schuldiner iría puliendo todo esto en el futuro, pero ahora se trataba de escribir el manual de referencia para un género poco dado a sutilezas. Lo del death metal técnico, su vertiente progresiva, los matices y los devaneos casi jazzísticos quedaba lejos todavía. El propio líder del combo admitiría años después que el nombre del grupo le pesaba demasiado, que en ese momento hubiera elegido otro para bautizarlo más alejado de lo obvio. Y lo mejor de todo es que era capaz de decir esto en entrevistas en las que aparecía con su camisa de gatitos adorables.
Pero centrémonos en este 1987, momento en el cual la banda existía en un equilibrio más que inestable y casi vaporoso. De hecho en el disco solo tocan dos personas, aparte de las percusiones adicionales del productor, Randy Burns. Chris Reifert se encarga de la batería y Schuldiner, como si de un Prince del metal se tratara, pone guitarras, bajo y voz. Algo que no afecta al empaque ni a la potencia de este disco seminal solo apto, eso sí, para ya iniciados.
Treinta y ocho minutos escasos de una brutalidad más cerebral y controlada de lo que parece. Una barbarie en la que rinden pleitesía a Slayer, Venom, Kreator o Sepultura sin pudor pero con las ideas muy claras sobre hacia dónde querían avanzar con su sonido. Será por eso que esto suena tan fresco y tan novedoso. Por mucho que para mí también se me aparezca cabezón en grado sumo. A pesar de sus posibles deudas, con el thrash metal sobre todo, y de que depurarían lo aquí apuntado ya en su siguiente obra, este estreno se convierte en una entrada muy válida al mundo retorcido de Chuck Schuldiner, pero para nada la mejor. Una obra que no me deja clara esa máxima que corre entre todos sus seguidores: eso de que Death no grabó un disco malo. No sé, será que soy demasiado ajeno al género o que soy poco dado a creerme las sentencias maximalistas, pero no estoy tan seguro de que tengan razón.
★★☆☆☆
A1 Infernal Death ✔Total: 38 min.
Está claro que nada surge de la nada y que por mucho que esto pueda resultar novedoso para un purista del metal, para un oyente más casual tiene poco de innovación ni de descubrimiento del fuego. ¿Tanta diferencia hay entre lo que ya hacían Kreator, Possessed, Celtic Frost o Slayer, por decir unos cuantos, con lo que ofrece aquí Chuck Schuldiner? Como digo, todo dependerá de tu grado de filiación al género de los cuernos, pero de lo que no cabe duda alguna es de lo mucho que estas tres bandas, y bastantes otras, influyeron en lo que salió de la mente y las manos del guitarrista criado en Florida.
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