lunes, 7 de febrero de 2011

Cronista en negro

Luis García Berlanga nos dejó el 13 de noviembre de 2010 y con él desapareció una forma de hacer cine, una mirada personal, crítica y humana. No va a ser fácil ocupar el hueco de un autor que vivió de eludir a la censura franquista primero y a la comodidad democrática después. Berlanga siempre será recordado como un inconformista y un retratista de primer orden. Un pintor de imágenes que nos enseña la mugre de una sociedad que siempre es mucho menos de lo que dice ser.

El cineasta valenciano nacido en 1921 conoció bien todo aquello que se dispuso a contar. Estudió con los jesuitas, y como hijo de familia burguesa, estuvo un tiempo internado en un colegio suizo. Destaca el momento en el que se enroló en la División Azul. El motivo fue el paliar la situación de su padre, en la cárcel por pertenecer al Frente Popular. Rica contradicción que saca a relucir su humanidad por encima de un idealismo que nunca pareció ser su plato del día.

Desde 1951 con Esa pareja feliz nos ha regalado una colección de películas antológica. Un auténtico muestrario de personajes que ya forman parte de nuestra vida. Los jueves milagro, La escopeta nacional, Calabuch, Novio a la vista, La vaquilla... Todas y cada una, perlas de un rosario que nos ha sido entregado con el amor del que no se guarda nada. Porque todo lo da.

3 básicos


Bienvenido Mr. Marshall
(1953) *****

En plena reconstrucción europea tras la segunda guerra mundial, la visita de un tal Mr. Marshall a un pueblecito del interior de nuestro querido país sirve como revulsivo y acicate para soñar con un futuro mejor. Ese ha sido siempre el carácter del español. Siempre ha sido mejor confiar en la suerte, en el giro del destino para sacarnos de nuestros problemas que hacerlo en el trabajo y la superación. Ahí está la Lotería Nacional para refrendarlo. Por supuesto el final del cuento no es el que se esperaba. Deliciosa.

Plácido (1961) *****

Caótica y negrísima crónica de una sociedad podrida de puritanismo y apariencia. Tan borracha de sí misma que ha olvidado los últimos restos de humanidad. El prójimo no significa nada si no sirve para enaltecer una imagen propia que es tan espectacular como hueca. Grandísimo retrato de amargura infinita.

El verdugo (1963) *****

Mi favorita. Humor negro y hondo. ¿El fin siempre justifica los medios? Está claro que el mundo nos arrastra a creer que sí, aunque no queramos.





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