Hachi no su no kodomotachi (Children of the Beehive) **** (Hiroshi Shimizu, 1948)
Los niños de la colmena es puro neorrealismo a la japonesa. Esto supone que comparta cosas importantes y definitivas con Vittorio de Sica y con esa Alemania, año cero (1948) de Rosselini. Es un drama conmovedor ambientado en la destrucción que sobrevino tras la segunda guerra mundial. Entre los daños colaterales quedaron montones de niños huérfanos condenados a sobrevivir en los márgenes de una sociedad rota. Entre paisajes naturales de hermosura selvática y los restos quemados de toda una civilización la película avanza optimista y negrísima a la vez. Su fuerza es pletórica y aun así ese poder se debilita un poco por ese "a la japonesa" comentado que se traduce en un exceso de melaza que no ha envejecido del todo bien. Escaso achaque para una película excelsa sobre el mayor crimen posible: una infancia robada que, como esos fotogramas impagables de Hiroshima, aparece hecha añicos. Eso es violencia. Y cómo duele.
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