POWER POP. Con portada del gran Saul Bass, creador de algunos de los títulos de crédito más famosos de Alfred Hitchcock, el cuarto álbum de los de Nueva Jersey se destaca como su esfuerzo con más mordiente guitarrera. Un disco que pasó totalmente desapercibido al salir, qué culpa tendría él, el mismo mes que un tal Nevermind (Nirvana, 1991), pero que escuchado hoy día hay que otorgarle que mereció mucha más visibilidad.
Sin ser la obra maestra de los Smithereens, sonando más formulaico y predecible que otra cosa, los momentos jugosos se suceden para deleitarnos durante una escucha que no se hace pesada en ningún momento. Si acaso, podemos echar de menos algo del vértigo y la sensación de sorpresa continua que dominaba su estreno, un álbum que todos echaremos de menos siempre en la carrera de una banda que, por mucho que queramos echarle en cara, no hizo nunca un disco mediocre. Solo obras que, como esta, puede que no ansíes ponerte todos los días, pero que cuando lo haces, son capaces de congraciarte con el resto de la humanidad.
★★★☆☆
Con este disco es fácil reparar en las referencias cinéfilas que lo alimentan. No solo en la portada de Saul Bass, al que convencieron con la idea de que este debía ser el primer disco de rock que ilustrara, sino en el mismo título, el cual homenajea directamente la película Blowup (1966), cinta de culto del gran Michelangelo Antonioni.
Material casi sagrado que puede que pese mucho en un álbum no todo lo brillante que tales influencias merecerían, pero que dice mucho tanto del gusto de Pat DiNizio como de su instinto artítico.
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