domingo, 13 de marzo de 2022

Country-rock!!!

The Gilded Palace of Sin (The Flying Burrito Bros, 1969)

 

COUNTRY ROCK. Pasa cada dos por tres si te paras un poco a la hora de elegir tus nuevas adquisiciones. La experiencia me dice que no hay como apoyarse en el acervo popular para aventurarse en este proceloso océano que es la música grabada. The Gilded Palace of Sin (1969) de los Flying Burrito Bros es uno de esos discos venerados como obra valiente por atreverse a explorar nuevos caminos. 

Cuando la jugada sale bien, se estrena género y se deja una huella indeleble. Y aquí aciertan de pleno con un Gram Parsons que avasalla en la composición y en la interpretación, demostrando lo genial que era ya desde el principio. Hay que valorar lo visionario de algo que puede parecer muy obvio, pero que alguien tenía que probar. Me refiero a unir el country y el rock, la raíz pura y la electricidad trémula. Cosas que casan maravillosamente en este disco, donde las letras siguen contándonos historias y la música se ensancha en torrentes que emocionan una y otra vez. 

Parsons vivió deprisa, murió joven y se ganó el amor de miles de personas. Pero al margen de todo eso, este disco merece un lugar importante en su currículum. Es la prueba clara de que antes de sus cumbres en solitario se acercó a la eternidad en un momento inolvidable.

★★★★☆

A1 Christine's Tune 3:02
A2 Sin City 4:10
A3 Do Right Woman 3:56
A4 Dark End of the Street 3:55
A5 My Uncle 2:36
B1 Wheels 3:02
B2 Juanita 2:28
B3 Hot Burrito #1 3:37
B4 Hot Burrito #2 3:15
B5 Do You Know How It Feels 2:06
B6 Hippie Boy 4:55
Total: 37:02

Se ha hablado largo y tendido sobre el concepto de cosmic American music que tanto empleara Parsons. Aunque podría parecer que lo usaba para referirse al grueso de su música, lo cierto es que con él se refería específicamente a una fusión entre el country y el soul que siempre practicó con cierta profusión. 

En este disco podemos encontrarla sobre todo en los temas "Do Right Woman" y "Dark End of the Street", popularizados por Aretha Franklin y James Carr respectivamente. Picoteos directos en el soul más canónico que demuestran lo abierto de miras y lo voraz, creativamente hablando, que era Gram Parsons.

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