miércoles, 31 de marzo de 2021

La llamada del terruño

Sweetheart of the Rodeo (The Byrds, 1968)

COUNTRY ROCK. Con el sexto disco, The Byrds inventan el country rock. Con la colaboración de todo un Gram Parsons y siguiendo sus consejos, establecen el molde perfecto para el desarrollo ulterior de un estilo que iba a encontrar en el propio ángel maldito a su mayor baluarte. Una música rozagante y fresca que Parsons acabaría llamando americana cósmica, pero que aquí ya se muestra sin tapujos y en todo su esplendor.

La aportación del cantautor fue capital. Aquí se deja caer con un par de temas propios y cantando en otros tantos. Será por eso que el disco suena como suena. Y será por eso que es ampliamente considerado una obra clave en el canon del de Florida. Sin duda, su presencia como miembro de pleno derecho en el grupo fue la gran culpable de que esto no suene a impostura en ningún momento, dotando de la pausa y la atmósfera necesaria a un género que siempre fue oro en sus manos. Para ello se vale de partituras propias y ajenas, con parada obligada en el Dylan más campestre.

Y en cuanto a The Byrds, bueno, desde que empezaron fueron cayéndose piezas fundamentales del grupo, pero siempre se las arreglaron para rehacerse y continuar con más fuerza que antes. A estas alturas solo quedaban Roger McGuinn y Chris Hillman, aunque queda más que claro que junto a Gram Parsons se bastan y se sobran para sonar y retumbar como la mejor banda de honky tonk del planeta. Palabras de alabanza más que merecidas, aunque este no fuera el disco que necesitábamos viniendo de quien venía. La verdad sea dicha.

★★★

A1 You Ain't Going Nowhere
A2 I Am a Pilgrim
A3 The Christian Life
A4 You Don't Miss Your Water
A5 You're Still on My Mind
A6 Pretty Boy Floyd
B1 Hickory Wind
B2 One Hundred Years From Now
B3 Blue Canadian Rockies
B4 Life in Prison
B5 Nothing Was Delivered
 
Total: 33 min.


Mucho se ha hablado de lo que Bob Dylan influyó a Roger McGuinn y los suyos. Todo cierto, pero eso oscurece el hecho de que también hubo un cierto trasvase en el otro sentido. No es ningún secreto que Dylan se dejaba caer más de la cuenta por Laurel Canyon en la época. 

Atento siempre a la última tendencia, acostumbrado a crearlas más que a seguirlas, no creo que fuera casualidad que desde 1967 le diera por el country y la música de raíz que tenía abandonada desde su trilogía del mercurio salvaje.

De todo esto salieron obras fundamentales como John Wesley Harding (1967), Nashville Skyline (1969) o su archifamoso The Basement Tapes (1975). Este último disco empezó a grabarse en el otoño del 67, aunque no se publicó hasta ocho años después. Lo curioso es que las canciones que salieron de esas gloriosas sesiones con The Band fueron más que populares desde muy pronto.

De hecho, en este disco, The Byrds incluyen dos temas de dichas sesiones, cuando eran totalmente desconocidas para el gran público. Y no era la primera vez. ¿Qué contactos tendrían McGuinn y los suyos?

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