lunes, 22 de febrero de 2010

trilogía #5: el año de la iguana

Llegó la hora de la verdad. La de hablar sobre el mejor grupo de la historia del rock (con permiso de The Velvet Underground y Joy Division). El grupo en el que Iggy Pop se fogueó y dio rienda suelta a su concepción del rock como algo venenoso, sucio y salvaje. Y para ello aprovecharemos para despedazar su trilogía esencial, sus tres primeros discos. Se hacían llamar The Stooges (Iggy & the Stooges en el tercero) y resulta difícil condensar en pocas palabras lo que han significado para la música fuerte y sincera. Por actitud, primitivismo y peligrosidad. Destilaron un perfume que nadie ha podido igualar. Y por eso han creado escuela y me atrevo a decir que son la banda más adictiva que haya habido.

Se entregaban en cada concierto, en cada acorde, hasta acabar consumidos. No es extraño que duraran poco (la vuelta reciente ni la cuento como necesaria). Las tres obras maestras que entregaron coincidían en actitud extrema y agresión sónica y sin embargo son totalmente diferentes.

El primero se llamaría The Stooges (69) ***** y fue una apuesta de un tío loco de Elektra que vio en ellos un diamante en bruto. Se abre con un wah-wah a lo Hendrix de lo más sugerente y de ahí en adelante todo es un revolcarse en el fango del blues de cromagnon y la repetición nauseabunda. "1969", "I Wanna Be Your Dog", "No Fun", "Ann" o los 10 minutos de "We Will Fall" ajustan cuentas con un pasado que les importaba bien poco.

Fun House
(70) ***** fue un paso adelante decidido y basado en los delicados intereses de Iggy. Su gusto por el free jazz, el funk y la vanguardia apenas logró teñir un disco de rock tenso y abrupto. La inclusión de un saxo beodo y descarrilado en algunos temas añadió voltaje a la tormenta y el producto que salió se venera hoy como uno de los logros más impresionantes de rock libre y obsesivo. Una joya inmarchitable que yo colocaría en la cima de todo lo que han hecho, de todo lo que se hizo en 1970 y (casi) de todo lo que se hizo en la década. Apabullante. Tan solo hay que echarle un ojo a temazos del calibre de "Down On the Street", "Loose", "TV Eye", "Dirt" o "1970".

Raw Power
(73) ***** El grupo quedó hecho cenizas tras el disco anterior y no parecía posible que volvieran. Hasta que un tal Bowie mostró interés por las andanzas de la iguana y después de varios intentos con diversos músicos, el de Detroit decidió reflotar la banda con la inclusión de James Williamson a la guitarra. El bajo recaería en el antiguo guitarrista Ron Asheton. Así grabaron un disco que tenía que aspirar a lo imposible: superar Fun House. No lo hizo pero sí que mantuvo el listón de la maestría con un sonido más agudo y afilado y clasicazos inmortales del nivel de "Search & Destroy", "Gimme Danger", "Raw Power" o "Shake Appeal". Esto sí fue el final por varias décadas. Y ¡qué final!

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