Milos Forman cogió la pieza teatral de Peter Shaffer para crear un pedazo de arte más incómodo y perdurable de lo esperado. No se trata de un biopic al uso. Tampoco hay una voluntad de historicismo fiel. A poco que investiguen se darán cuenta que todo el mundo coincide en describir la película como "basada levemente en las vidas de sus protagonistas". Amadeus ****1/2 (84) más que tratar de la vida de Mozart, trata de la visión obsesiva, envidiosa y admirada de ese "archienemigo" que fue Antonio Salieri. Las comillas están puestas a conciencia. No existen pruebas que ratifiquen ni esa rivalidad ni mucho menos el hecho de que causara la muerte de Mozart.
Dicho esto se puede afirmar que la película es enorme y merece todos los premios y loas recibidas. La recreación de Mozart resulta fantástica y parece claro que ese sinvergüenza, algo escatológico y de risa febril y estúpida tenía más que ver con la forma en que lo veía el narrador de la historia (el propio Salieri) que con su personalidad real. O no. De todas formas, digamos que no es lo que esperamos del retrato de uno de los músicos más geniales, el que más quizás, que haya existido.
Salieri nos va desgranando una historia de anhelo inalcanzable, de venganza ciega contra una persona, contra un enviado de un Dios que le ha dado la espalda a pesar de su entrega absoluta al arte. Pero el odio no va solo sino que se acompaña de una admiración y una curiosidad obsesiva, una sorpresa que no hace más que crecer con cada nueva ópera del rival con cada sinfonía y que culmina con ese "Réquiem" donde un Mozart a las puertas de la agonía dicta a Salieri esas líneas inmortales ante la estupefacción del maestro italiano al que le cuesta seguir el caudal ilimitado de ideas del austriaco. La obra no se terminó. Sí muchas otras. Esas que inundan las imágenes como si fueran un personaje más dejando a un lado la idea de música descriptiva o decorativa para imponerse sobre todo lo demás y ser la explicación, el motivo y la razón para un hombre, su enemigo más íntimo y un público entregado. Hoy y siempre.
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