martes, 14 de septiembre de 2010

Tower of song


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Hay artistas que no van a salir del culto reducido ni en mil años. Se hagan las reivindicaciones que se hagan y las películas documentales que se quiera alabando su legado. Son artistas a los que la palabra "maldito" se les tatuó en la frente a fuego. Uno de los que más se ajustan a esta descripción fue, es, será Townes Van Zandt, padre de lo que se llamaría después country noir y dueño y señor de uno de los songbooks más tremendos en que pensarse pueda. Una injusticia dolorosa como sus canciones, que no son tristes. Como él dijo, son canciones sin esperanza.

Su vida fue dura de verdad y cantaba sobre lo que conocía. Fue cantante, compositor, poeta y se arrastró por este mundo execrable en busca de la canción perfecta. Aunque encontrarla es imposible, y él seguro que lo sabía, por el camino se dio de bruces con una pléyade de melodías inolvidables, de historias crudas contadas con el dominio de un hacedor de versos fantástico. Nunca superó del todo sus adicciones. Esas que le acompañaron, le cuidaron y acabaron destrozándole. Fueron la sal en la herida pero también el agua en el desierto que tuvo que atravesar.

Siempre admiró a Hank Williams. Y al final de su camino pudo mirar atrás y constatar que había logrado algo muy grande. Townes tenía un legado impresionante que ofrecer, una colección de canciones que va a perdurar siempre. No tengo duda de que se ganó una habitación de enjundia en la Torre de la Canción. Junto a su adorado Hank y junto a aquellas que esperan a gente como Bob Dylan o Leonard Cohen. Gente como esta siempre se va a echar de menos.

3 básicos

Our Mother the Mountain (69)
Después de un debut interesante pero de producción dudosa (demasiados arreglos), el tejano desnuda su propuesta y desgrana una sucesión grandiosa de canciones de folk puntuado y por momentos oscuro y amenazante. Para ello, además de las canciones nuevas, retoma algunas del primer disco para hacerles la justicia que merecían dotándolas de un traje, digamos, más sobrio.

Una copla: "Our Mother the Mountain"

Townes Van Zandt (69)

Repite la jugada, la amplifica en su crudeza y también juega de manera abierta con la melodía country más dulce y celestial. Lo mejor del disco, lo que le hace a ese pozo de amargura que es "Waiting Around to Die" y la inolvidable "Fare Thee Well, Miss Carousel". No es lo único, esto último, por lo que nos acordamos de un Nacho Vegas que bebe a saco del manantial de Van Zandt.

Una copla: "Fare Thee Well, Miss Carousel"

Delta Momma Blues (71)
Al final me decanto por este tercer disco de la serie, cuarto de su discografía. Se trata de una continuación por los derroteros transitados en los dos clásicos anteriores con una ligera preparación para sus pasos futuros, mucho más country en el sentido dulzón del término aunque sin dejar ni por un momento esa pátina de negrura abisal de unas canciones que te destrozan. Cuando dudes, ponte "Rake" o ese devastador "Nothin'". Te arrasan.

Una copla: "Nothin'"

La mejor canción


Soy consciente de que la he mencionado bastante/demasiado (aquí, en otras entradas, en otros sitios) y puede parecer que estoy obsesionado con ella. No sé si me gusta más su letra agónica o su acompañamiento arpegiado parco, sobrio, desolador. Creo que el mejor momento para mí es cuando Townes suelta la primera frase por lo que dice y por cómo lo dice. Sí, decidido, el alma se encoge con eso de "sometiiiimes I don't know wheeere this dirty rooaad is taking me". De todas las versiones que grabó supongo que me quedo con la del tercer disco, más parca, aunque los teclados y la percusión del primer disco no le quedan nada mal. Aún así ninguna de estas dos supera a la toma en directo para un documental sobre cantautores sureños. Aquí la canción duele mucho. Y sí, no me importa reconocerlo, estoy obsesionado.

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