lunes, 26 de diciembre de 2011

A este burro no se sube nadie

Ali "Farka" Touré

★★★★☆

Niafunké, MALI (1939-2006) 


Lo llamaron "Farka" (burro) desde niño. Por su tozudez y su tesón. Cualidades que emergen claramente cuando pensamos en lo alto que ha llegado este gigante de la música africana. Ali Farka Touré (1939-2006) siempre fue un tipo humilde pero orgulloso. Como él decía, era "el asno que nadie montará".

Heredero de una estirpe milenaria de griots, el malí se fogueó a partir de 1962 en el conjunto del distrito de Niafunké, y fue ampliando su formación y depurando su estilo en diversos grupos y con varios artistas. Se podría decir que su carrera en solitario comenzó a principios de los 70 con la publicación de un disco a su nombre y diversas grabaciones para la Radio Nacional de Malí, las cuales verían la luz en 1996.

Siempre orgulloso de su casta y su país, Touré dedicó su vida a la exploración y difusión de los sonidos arraigados en su tierra. Esos aromas que surgen a las orillas del río Niger y que los esclavos exportaron a norteamérica dando forma a lo que ahora conocemos como blues, gospel y demás músicas negras. Su origen se muestra claro en el canto y la digitación entre dulce y febril de artistas africanos de entre los que destacará para siempre la figura imponente de Ali Farka Touré.

Tampoco podemos dejar de señalar que su música no ha sido impermeable a la influencia occidental. A su veneración por artistas como James Brown, Otis Redding, Wilson Picket o John Lee Hooker (con el que se le compara frecuentemente) hay que añadir la colaboración que le abrió las puertas del mundo "civilizado". Su alianza con Ry Cooder cristalizó en Talking Timbuktu (1994), disco de encuentro entre las músicas malienses y el blues más evolucionado del californiano. La importancia de este disco se antoja capital para darlo a conocer al gran público europeo y norteamericano, que a partir de este disco empezó a interesarse por todo lo que hacía Touré.

Murió en 2006 en su Niafunké amado. Los conciertos tributo y los llantos se sucedieron ante la pérdida en busca de un consuelo difícil de hallar por lo mucho que dejó el guitarrista, tanto en su comunidad, de la que llegó a ser alcalde, como en los oídos de los aficionados al blues más auténtico, cálido y curativo del planeta.

UN DISCO

Talking Timbuktu (1994)

Colaboración con el guitarrista norteamericano Ry Cooder. Nada de turismo barato, sino ejecuciones limpias y vibrantes con dominio absoluto de lo autóctono. 

Un triunfo en toda regla que no deja claro dónde termina uno para que empiece el otro, pero que sí que sella para siempre la personalidad desbordante, inconmensurable  y arrolladora del músico maliense, una de las fuerzas más poderosas de la ya de por sí rica tradición africana. 

Una joya ante la que lo único que queda es arrodillarse.

EN CINCO CANCIONES: L'arbre de la vie

1. "Diaraby" (1994): pescar en un río caudaloso y feroz es una tarea ardua. Al hacerlo en el de la discografía de este titán solo podemos esperar que el azar nos regale algo genial. Y así va a ocurrir siempre. Al poner la mano en un caudal tan rico enseguida nos topamos con peces gordos y suculentos. En esta ocasión he pescado este prodigioso "Diaraby" que cierra su colaboración con Cooder. Podría haber atrapado muchos otros de igual calidad y sabor, pero disfrutemos sin pensarlo más de la riqueza melódica de una canción de esas de canto y respuesta, meandros de guitarra fabulosos y una interpretación vocal antológica. Mística, caliente y contemplativa, caldeará el alma por los siglos de los siglos.

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