Gracias Patti. Gracias por atreverte. En tiempos duros como estos hay que agradecer el acto de valentía que supone editar un disco con el lujo de esta edición libro-CD tan cuidada como suicida. Gracias también por mantener la independencia artística intacta. No es fácil.
Y dicho esto, maticemos la "grandeza" del undécimo disco largo de estudio de Patti Smith. Las referencias elevadas siempre han sido constantes en la obra de la de Chicago. Es algo que hasta el más inquisidor aceptaba porque de alguna forma Patti siempre ha sabido gestionar lo volátil, lo filosófico y lo intelectual dentro de su mundo particular de éxtasis y epifanía, para darle una forma a la vez asequible y nada pomposa. Que suele rayar lo naïf... Bueno, últimamente algo más que en sus comienzos descarnados. Aun así, al acabar el disco te deja la sensación de que has presenciado algo valioso. No es lo mejor que ha ofrecido ni lo mejor que le queda por ofrecer, auguro, pero tiene su mérito. Al César...
Banga se alimenta de músicas que van de lo ligero a lo poderoso. Es rock, como siempre, pero con el espacio necesario para la voz especial de la Smith. Empieza con ortodoxia clara para ir mutando hacia la mitad del disco en su versión más apetitosa, esa que ha desarrollado en sus últimos trabajos. Esa en la que recita y eleva la voz hasta anegar tu cráneo con dicción poderosa y lírica entre vibrante e ingenua. "Tarkovsky (The Second Stop Is Jupiter)", "Nine", "Seneca" y "Constantine's Dream" son lo más importante del disco.
En cuanto a las referencias mencionadas, hay que decir que son especialmente numerosas en un disco viajero que se jacta de haber sido parido durante la travesía en el crucero ideado por Jean-Luc Godard para su película Film Socialism. Así, en las notas interiores, Patti habla de todo lo que inspiró cada una de las canciones, con el denominador común del viaje en un homenaje claro a la diversidad de nuestro planeta. A partir de aquí surgen las conexiones inspiradas en Bulgakov, Tarkovsky o Gogol, el emperador Constantino, Piero della Francesca o Amerigo Vespucci, y los homenajes a Maria Schneider y Amy Winehouse.
Patti Smith ofrece un disco intenso, aunque irregular, donde parece no querer olvidarse de nada ni nadie. Sus hijos son importantes también y contribuyen tocando en el disco, y Neil Young aparece a través de la versión que lo cierra. Un trabajo coral donde no quisiera olvidar las aportaciones mayestáticas, como es habitual, de un Tom Verlaine eléctrico e inspirado. No es el disco definitivo, pero ante tamaña generosidad, uno solo puede quitarse el sombrero.
★★★✩✩
PD: Por supuesto, no podía faltar el fotógrafo Robert Mapplethorpe para el que se reserva "Just Kids" como tema extra. Una canción que huele a los viejos tiempos. Para bien y para mal.
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