Utrera, Sevilla, 1940 - 1999
Miguel Vargas Jiménez nació en Utrera en 1940 y falleció allí mismo 59 años después. Empezó a trabajar pronto en la barbería paterna para descubrir que lo suyo era la farándula. En 1961 se estrenó actuando en Antequera y allí empezaron a llamarle Bambino por la versión agitanada de la canción "Bambino Piccolino" de Renato Carosone. Desde esos comienzos ya demostraba que iba a ser un artista único.
Bambino siempre será recordado por sus dotes interpretativas. Como decían de Jacques Brel, el de Utrera cantaba con todo el cuerpo, se metía en la copla, la zarandeaba con su fraseo impoluto, la vivía como si fuera la última vez que iba a cantarla. Los escenarios pequeños y recoletos eran su hábitat natural. Ahí podía desatar su frenesí, entregado a esa poesía de amores prohibidos y pasiones secretas. Esa misma que Lorca plasmara en sus Sonetos del amor oscuro (1936). Ambigüedad e insinuación que eran dos ingredientes importantes en sus canciones. Ingredientes que mezclaba y trituraba con un desgarro doloroso que bullía en una garganta portentosa. Bambino fue una fuerza de la naturaleza, un omnívoro sin prejuicio alguno. Lo mismo cantaba copla que tango o bolero. Lo mismo se enfrentaba a una canción de amor de Manuel Alejandro que a una bulería. Dominaba en los aires festeros como nadie y también hacía llorar de emoción con baladas de corazones destrozados.
Por todo esto y mucho más, Bambino puede ser considerado un grande. Su contribución a la música ha sido valiente y le ha valido montones de críticas de los puristas. Sin gente como él viviríamos estancados en un pasado inamovible. Gracias a él podemos decir que el mundo es un poco más luminoso. Él nos enseñó las sombras amargas de la vida para que pudiéramos abrirnos paso hacia la luz. Eso es algo que no tiene precio.
Bambino y su combo flamenco (1971)
Empieza con una confesión incestuosa que parece imposible hoy día. Este disco sobrecoge en su desenfado y su profundidad. En esa combinación de fiesta y cristales rotos Bambino destroza mitos a base de adueñarse de temas ajenos y propios (compuestos para la ocasión, se entiende) con una garganta y una implicación sobrehumanas. "Miedo", "Cantiñas de Utrera", "Advertencia", "No me des guerra" y "Mi amigo" son estampas imborrables de la desdicha, el desamor y el (homo)erotismo. Imprescindible.
EN CINCO CANCIONES: El corazón en carne viva
Aunque las hay más memorables, me decanto por la historia de incesto que esconde "Cantiñas de Utrera". Todavía recuerdo mi sorpresa cuando entre aires festeros que levantan a un muerto oí por primera vez eso de "si tú te llamas Rocío y yo me llamo Miguel, nos sobran los apellíos pa ser marío y mujer". Un canto eufórico de alabanza a lo heterodoxo, a la diferencia y un grito de provocación que parece ir contra una sociedad conservadora, puritana y castradora.
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