viernes, 9 de noviembre de 2012

Cantar como un negro

 

 
★★★½☆
Itta Bena, MS, 1925 - Las Vegas, NV, 2015

 
Riley B. King, proclamado el rey del blues, es el ejemplo viviente de una vida entregada a la música. Con casi 90 años seguía activo como el último superviviente de una forma de tocar y cantar el blues en vías de extinción. Con él murió una estirpe que había hecho del sufrimiento una forma de arte, el vehículo expresivo para una música tan auténtica que duele.

Parecerá un tópico pero B.B. nació en una cabaña de Mississippi en 1925. Decir que su infancia fue difícil resulta una obviedad, agravada por el hecho de que su padre lo abandonó cuando tenía cuatro años. Aprendió a cantar en un coro baptista. Esos fueron sus primeros pasos musicales hasta que se decantó por la guitarra en 1943. Poco a poco fue desarrollando ese estilo único tan reconocible que lo convertiría en uno de los más grandes.

Trabajó como conductor de tractor y como pinchadiscos y cantante en un programa de radio de la famosa emisora de Memphis, WDIA, entre otras cosas. Fue en esta emisora donde logró cierta fama y donde le pusieron el mote de Blues Boy que posteriormente se acortaría a B.B.. Sus primeras grabaciones datan de 1949, con lo que su carrera se extiende durante más de ¡60 años! En este tiempo ha editado una enorme cantidad de discos entre singles y álbumes tanto de estudio como de directo. Ni que decir tiene que intentar seguir su producción discográfica es una labor ardua y económicamente salvaje.

B.B. King se ha hecho con un grupo de seguidores fieles por merecimientos propios. Sus maneras en el escenario, su calidez, sus solos plagados de bendings y vibrato y sobre todo su voz, esa voz cálida y plagada de matices, lo han encumbrado a la cima del arte del blues. Me gustaría hacer hincapié en esto último. No solo es un guitarrista genial con un estilo tan personal que cualquiera lo reconoce al segundo. No solo es capaz de hacer cantar a su guitarra como nadie. Es su voz lo que más me gusta, que ya es decir. Es una voz multicromática, viva, en las antípodas del aullido implacable y seco de Howlin' Wolf o de la gravedad hipnótica de John Lee Hooker. Nada que objetar a estas últimas, de hecho casi que me llegan más. Aún así, B.B. tiene el toque dulce y el grito apocalíptico. Su voz es la más completa del blues masculino. Un aliento poderoso envuelto en pura armonía, en pura dicción, en un paladeo firme, elegante y siempre sobrecogedor.

UN DISCO


Live At the Regal
(1965)
Disco en directo espectacular. Solo el comienzo con la presentación del artista, la entrada del grupo y el Mar Rojo que se abre cuando entra la guitarra de B.B. con esa luz, ya valen un potosí. La algarabía y el alborozo del público son solo un detalle de la intensidad de una descarga emocional y soberbia.
 
Un éxito que en parte también se basa en la cercanía que muestra el guitarrista. Se gusta, se detiene cuando hace falta, dialoga con el público... Lo que sea para sellar la comunión con una audiencia que lo encumbró en lo más alto para no bajarlo jamás.



Una canción
Entre tanta buena caza, basta con lanzar el brazo y ver qué se ha pillado. Es imposible que no haya suerte. Esta vez cae esta maravillosa toma en directo de "Every Day (I Have the Blues)" de su Live At the Regal. Rhythm & Blues acelerado que levanta a un muerto y alegra una vida.


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