martes, 23 de junio de 2015

Rápido y bulboso

Don Van Vliet dio salida a sus locuras bajo el alias imposible de Captain Beefheart. Rodeado de lo más granado de los psiquiátricos de Norteamérica (es un decir), pergeñó una obra rica y obtusa capaz de esquivar toda clasificación. Consagró su garganta rasposa de lobo aullador a moldear el blues y el jazz en figuras imposibles que aún hoy intimidan al oyente más avezado.

Don Glen Vliet, que así nació, mostró desde siempre una gran inquietud artística. No solo se volcó en la música. La poesía y la pintura se beneficiaron de sus incursiones. Desde pequeño se interesó fervientemente por la escultura a la vez que se educaba musicalmente a través de su obsesión por bluesmen como Son House y Robert Johnson. Esto lo combinaba con su pasión por lo más granado de la vanguardia del jazz. Ornette Coleman, John Coltrane o Thelonious Monk fueron digeridos a la perfección por el joven Van Vliet como quedaría reflejado en sus futuros discos.

En 1965 fue invitado por el guitarrista Alex Snouffer, que todavía no se hacía llamar Alex St. Clair, a cantar en su grupo. Este sería el germen de la Magic Band, combo mutante que acompañaría al Capitán durante prácticamente toda su carrera. Este supergrupo practicaba un blues-rock-jazz tóxico y absolutamente heterodoxo. Una base inmejorable para que Van Vliet materializara sus obsesiones más inconfesables. Los miembros del grupo variaron constantemente a lo largo de su historia y tenían en común el bautizarse con nombres, cuando menos, raritos. Drumbo, Zoot Horn Rollo, Rockette Morton, The Mascara Snake... son solo unos pocos ejemplos.

Discográficamente se estrenaron en 1967 son Safe As Milk, un disco más bien ortodoxo en apariencia con Bo Diddley y Howlin' Wolf en su ADN, pero que ya mostraba la rugosidad y las ansias experimentadoras de su líder en los ritmos primitivos y algunos temas que se salían de lo canónico. Un disco maravilloso que ya anunciaba las glorias que estaban por venir como los ínclitos Trout Mask Replica (1969) o Lick My Decals Off, Baby (1970), auténticas obras de referencia para todo el que se acerque a la música de Captain Beefheart.

Posteriormente llegó el bajón inevitable. El agotamiento mental de Van Vliet, la falta de interés del público o ambas cosas hicieron que fuera entregando sus obras de manera espaciada hasta su retirada prematura en 1982. Según manifestó, prefería concentrarse en sus cuadros. Una pena porque estamos ante un artista genial y único. Un artista admirado por Lennon y McCartney a pesar de la distancia estilística, y que tuvo el apoyo y la colaboración de todo un Frank Zappa. Un artista muy claro a pesar de su aparente hermetismo. En él es fácil rastrear sus influencias. El aullido interminable y profundo de Howlin' Wolf, el ritmo a piñón del blues del delta, el mantra informe de Ornette Coleman... Todo digerido y regurgitado con gusto más que pericia para dar con la fórmula secreta de la eternidad.

Asediado por la esclerosis múltiple y postrado en una silla de ruedas, falleció en 2010 dejando un legado inmenso. Su obra discográfica puede no ser muy extensa y pecar de irregularidad. Sin embargo su importancia es incalculable. Que se lo pregunten a Tom Waits o a PJ Harvey, a John Lydon o a Pere Ubu. Que se lo pregunten a todo el post-punk. No hay espacio aquí para glosar la descendencia de un artista que fue colosal, pero colosal de verdad.

3 básicos

Safe As Milk (1967) ****
Resultado de imagen de safe as milk captainEl debut. Blues eléctrico de formas clásicas y fondo rupturista. Sencillo, contundente y rítmicamente adictivo en piezas fundamentales como "Zig Zag Wanderer" o la galáctica "Electricity". Esto es blues-rock elevado a la máxima potencia. Se mea en los cientos de medianías baratuchas que se cocían en la época y que usaban el blues como excusa más que como fin.

Trout Mask Replica (1969) *****
Resultado de imagen de trout mask captainUna vuelta de tuerca imposible que sella para siempre las formas de este mago del sonido y la palabra. Experimentos de todo pelaje, recitados, cantos beodos a capela, clarinetes como serpientes descontroladas y versos excéntricos y certeros pueblan una obra inmensa, inagotable. Su minutaje y su dificultad así lo refrendan. Quedémonos con "Well", "Moonlight In Vermont", "Dachau Blues" o  casi cualquier otra, no nos engañemos.

Shiny Beast (Bat Chain Puller) (1978) ****
Resultado de imagen de shiny beast captainUna vuelta a la fiereza irreductible en lo artístico. Tras dos obras de blandura comercial casi insoportable para el seguidor medio del Capitán, esto es una vuelta de enjundia. Un regreso a sus postulados más rigurosos sin olvidarse de algún ritmo caliente de raíz latina que apenas se vislumbra en la jungla de blues rudo y poesía absoluta que Van Vliet nunca debió abandonar. Aquí sí supo conjugar lo accesible con lo importante.


Una canción

"Electricity" debe ser la elegida. Porque te conquista de una forma inversa y para siempre. Empieza como una boutade con poco sentido en la que Beefheart recita sin gusto ni gracia y se transforma en un festín rítmico en el que el bottleneck corta como una navaja y Van Vliet canta como nunca.



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