Purple Rain es la banda sonora de la película del mismo nombre. Un artefacto fílmico hortera y naif hasta la arcada, que tiene su valor en la música que le da sentido. La que se incluye en estos escasos tres cuartos de hora. Toda una lección, una más, del poder de Prince como instrumentista, vocalista y compositor. Nuestro negrata favorito imparte magisterio constantemente a lo largo de un periplo turgente, voluptuoso y de una frondosidad selvática. Los teclados y sonidos sintéticos que arman su funk suenan ochenteros cosa mala y sin embargo nos llegan a nuestros modernos oídos como lo más in del momento. Es lo que tiene cuando creas maravillas atemporales como "The Beautiful Ones", "When Doves Cry", "Baby, I'm a Star" o "Purple Rain".
Con este disco existe la tentación de quedarse en el soniquete de la canción que lo cierra. Vale, es la más famosa, cuando te sumerges en ella no te deja salir, y es increíble. Qué poco pueden durar ocho minutos, ¿verdad? Es muy tentador pensar que es lo único que necesitamos de esta obra maestra. Un pensamiento que se volatiliza al instante. Porque el sexto disco de Prince es un asunto muy serio. A veces ocurre. Lo que nos cuentan resulta ser tan bueno como parecía.
★★★★☆
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