Así las cosas, buscar la octava maravilla en un disco de Bowie de 1999 es tarea futil. Fiscalizar su obra esperando un fiasco, también. Aquí hay lo que hay, que es lo que tiene que haber. Ni más ni menos. Atmósferas envolventes, guitarras erizantes y toneladas de finura compositiva. "Brilliant Adventure" remite gozosa a la gloria de "Low" (1977) y la dupla "What's Really Happening?" / "The Pretty Things Are Going to Hell" colea con una electricidad casi demoníaca. "Seven" por su parte es una canción sencilla y realmente bonita que se impone a su propia insustancialidad.
Esto es lo más destacado para mí de un disco preciso, inmaculado y que por supuesto no viene para arrasarnos el alma. Eso ya quedó atrás y Bowie no es de los que retroceden. Ni una micra.
★★★☆☆
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