No, contrariamente a lo que parece, esta obra está más que planificada, como los movimientos robóticos del grupo en el escenario, como sus trajes futuristas, sus miradas perdidas y toda esa parafernalia actoral que trata de hacerlos pasar por mongoloides, tal y como reza uno de sus grandes temas. Nada más lejos de la realidad. Devo es un grupo con mucha chicha, con un sonido propio y a prueba de bomba y con una personalidad fascinante. No es de extrañar que Brian Eno y David Bowie se fijaran en ellos y colaboraran para producir este trabajo.
La mano de Eno es la que destaca, Bowie tuvo una aportación más testimonial. Aun así, no se puede decir que el genio de Suffolk tuviera libertad total para meter sus zarpas en las canciones de los norteamericanos. Como digo, tenían las ideas muy claras y se resistieron con uñas y dientes para impedir que pervirtieran su sonido y su personalidad. El ex-Roxy Music sólo pudo meter unos pocos teclados, poco más. Lo demás lo pusieron los de Akron y su rock anguloso entre el krautrock, el noise-pop y la escuela de arte.
Unas canciones vibrantes que te transportan a una época donde incluso el plástico era más auténtico. La prueba, lo que le hicieron a todo un "(I Can't Get No) Satisfaction" de todos unos Stones, una versión que merecería un artículo para ella sola. La metalizan, le inyectan funk y fabrican un androide que mejora al modelo en casi todo, o al menos lo hacen tan extraño que lo renuevan por completo. Dicho esto, poco se puede añadir. Imaginarse el resto del disco con todas las composiciones propias es tarea futil. Créanme, no se puede.
★★★★☆
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