Capto la belleza especiada y sencilla de sus palabras, aunque a veces me suenen algo rebuscadas en su afán por cantarle al pueblo. Es algo relacionado con el ambiente mojigato de orquestaciones y melodías. Con ciertas similitudes a esa música del coro de la parroquia de tu barrio. Todo eso que hace que el disco suene rancio y anticuado, y que supone la lacra para el arte de Silvio Rodríguez. Es para mí un ejemplo claro de la supeditación de la música a la palabra. Demasiada dulzura para mí y para unos versos que, hay que admitirlo, suelen dar en el clavo. Porque eso de,
"Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores."
Siempre será maravilloso. Un ejemplo prístino donde la música y la palabra casan a la perfección. Y el resultado, una perla eterna y un ceño fruncido. El de la sensación de culpabilidad por haber vilipendiado esta obra. Se siente uno tan mezquino...
★★★☆☆
A1
Ojalá ✠
A2
Fusil contra fusil
A3
Cuando digo futuro
A4
Canción de la nueva escuela
A5
La era está pariendo un corazón
B1
Canción del elegido
B2
De la ausencia y de ti, Velia
B3
La oveja negra
B4
Cuba va
B5
De una vez
Total: 34 min.
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