miércoles, 22 de julio de 2020

La eclosión de la primavera


The Colour of Spring (Talk Talk, 1986)
POP NEO-ROMÁNTICO

Este disco es un arrebato emocional sin parangón. Un sorpresón viniendo de un grupo que hasta este álbum, el tercero, no pasaba de banda resultona en eso del tecnopop con relaciones/influencias nada recomendables como Spandau Ballet o Duran Duran. Aun siendo esto último algo exagerado, ya que los de Mark Hollis siempre han mostrado una inquietud muy por encima de la inmediatez de estos dos grupos, algo de esa insustancialidad sobrevolaba las dos primeras referencias de los londinenses.

Una ligereza indetectable en este giro de timón. Un disco que no renuncia a lo accesible, pero que en su elegancia agónica, en esos coqueteos con el jazz insomne y en ese amor por los espacios abiertos y por colorear el silencio ya anuncia, o mejor atestigua, las habilidades que iban a encumbrarlos como uno de los placeres desconocidos más suculentos para el explorador más inquieto. Porque a pesar de lo bien que se vendió el disco, los tiros de sus futuros movimientos no iban a ir exactamente por ahí, con la decepción que eso traería para su discográfica.


Con todo, aquí se les percibe dispuestos a comerse el mundo. Eso es más que apreciable en pelotazos ochenteros del calibre de "I Don't Believe in You", "Living in Another World" o "Time It's Time", piezas de ritmo feroz y atracción irresistible que, no obstante, distraen más que aclaran. Y es que la clave de lo que serían Talk Talk, su secreto inconfesable, estaba agazapada en temas como "April 5th" o "Chameleon Day", partituras evanescentes en las que manda el silencio y unos ambientes en duermevela que, si bien no son para todo el mundo, crecen y crecen con las escuchas por su sonido entre enigmático y ominoso.

Un ejemplo perfecto de lo grandes que fueron los ochenta. Una década que nos venden como el colmo de lo superficial, lo plastificado y la pose, cuando en realidad contiene algunos de los mejores momentos de la historia de la música grabada. Lo que pasa es que estas glorias no son las que te van a poner en la tele ni en las revistas de tendencias. Para llegar a esto hay que mancharse, meterse de lleno en el fango y rebuscar con las dos manos. Eso sí, la recompensa hará que todo ese esfuerzo merezca la pena.
★★★★☆
 




"El color de la primavera", a pesar de sus gotitas de hieratismo, acaba eclosionando en una explosión de color y pasión que lo hace primo siquiera lejano de versos de gigantes como John Keats. Como en esta introducción a su archifamoso poema Endymion, en la que el poeta celebra la belleza y la vida.





A thing of beauty is a joy for ever:
Its loveliness increases; it will never
Pass into nothingness; but still will keep
A bower quiet for us, and a sleep
Full of sweet dreams, and health, and quiet breathing.
Therefore, on every morrow, are we wreathing
A flowery band to bind us to the earth,
Spite of despondence, of the inhuman dearth
Of noble natures, of the gloomy days,
Of all the unhealthy and o’er-darkened ways
Made for our searching: yes, in spite of all,
Some shape of beauty moves away the pall
From our dark spirits. Such the sun, the moon,
Trees old and young, sprouting a shady boon
For simple sheep; and such are daffodils
With the green world they live in; and clear rills
That for themselves a cooling covert make
‘Gainst the hot season; the mid forest brake,
Rich with a sprinkling of fair musk-rose blooms.

John Keats, Endymion

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