domingo, 26 de julio de 2020

Nervio y duende


Talking Heads: 77 (Talking Heads, 1977)
ART PUNK

Los orígenes de la leyenda se hunden en la humildad más absoluta. Los Heads venían de la escuela de arte. Carne de cañón para las ínfulas y el boato de niñatos sabelotodo, tenían todas las papeletas para estrellarse con todo el equipo. Por suerte no fue así y, tras foguearse en la rudeza del CBGB del East Village neoyorquino, ficharon por Sire Records y grabaron este disco en un minúsculo estudio del bajo Manhattan.

Nada glamuroso para un estreno que en su título voceaba a los cuatro vientos la insolencia y la celebración de un año capital para la historia del rock. No creo que ni los de David Byrne ni nadie fuera consciente en directo del alcance de lo que estaba pasando en esos meses, pero tampoco me cabe duda de que sí que se percibía que algo especial estaba ocurriendo. No me creo que simplemente se emperraran en poner los dos sietes en la portada roja de su debut porque quedara bonito.


Y con todas estas míseras migajas, aún es más sorprendente que fabricaran este bombazo de punk arty, este discarral de funk blanco en el que la agresividad estaba implícita en las formas, las letras y la manera de atacar los instrumentos más que en los gritos o la distorsión a chorro. Digo esto porque si bien esto no es un disco de punk al uso, sí que contiene el vitriolo y las ganas de provocar de un estilo al que superaron desde su nacimiento.

Un mes antes de que los Sex Pistols reventaran el panorama con su estreno discográfico, Talking Heads ya habían aprendido a canalizar la energía de esa nueva ola para fabricar algo diferente, eléctrico y pasional, desde los fríos patrones de un rock que no le hacía ascos ni a la música negra ni a la vanguardia más afilada. Un disco que suena lo mejor que puede dadas las circunstancias, pero que tiene un corazón palpitante y desbocado al que no puede acallar ni la producción más barata del mundo. Lo que se dice una joya de quilates.
★★★★☆
 


El CBGB, antro seminal para la historia del rock. Este templo neoyorquino fue el hogar de gente como los Ramones, Patti Smith o Television. También vio los primeros pasos de Talking Heads, los cuales demostraban cada noche que lo suyo no era rock para intelectuales, sino que apelaban a la epidermis y a las entrañas con un directo tan fino como arrollador. De esas actuaciones surgió su fichaje por una discográfica, Sire Records, que fue la que hizo posible que plasmaran todas esas ideas en plástico con este estreno tan fundamental y tan querido por el gran público. Momentazo.

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