viernes, 12 de marzo de 2021

Abre la puerta, niña

Door, Door (The Boys Next Door, 1979)

POST-PUNK. Firmado por Boys Next Door, la semilla de los futuros The Birthday Party, este "Door, Door" es la primera incursión de Mr. Cave en formato largo.

Un estreno que sorprende por su solidez, lo imaginativo de su post-punk y los dejes de delicadeza que se escabullen en algunos momentos. Siendo el disco más claramente arrimado al punk que haya firmado el australiano, sigue teniendo muchas más cosas que el simple racarraca. Incluso toques de ese romanticismo arrebatado que explotaría en el futuro con The Bad Seeds ("Shivers"). Cosa que no deja de ser sorprendente si atendemos al giro sulfuroso que iban a tomar en tan solo unos meses.

Y toda esta variedad no quita que el bloque suponga una inmersión en aguas turbias, con guitarras que chirrían como cetáceos en celo y bajos encrespados. Esto, unido a la voz expresiva y autoritaria de Cave y a algún aire circense que se le escapa, redunda en un sonido multifacetado y casi refrescante. Un frescor que apenas escapa de lo claustrofóbico, no nos engañemos. Buena vibra, pero poco aire para reflexionar sobre un futuro... Negro, muy negro.

★★★☆☆

A1 The Nightwatchman 2:07
A2 Brave Exhibitions 2:27
A3 Friends of My World 2:46
A4 The Voice 3:55
A5 Roman Roman 1:35
A6 Somebody's Watching 2:35
B1 After a Fashion 4:36
B2 Dive Position 2:47
B3 I Mistake Myself 4:31
B4 Shivers 4:34
Total: 31:53

La portada parece ser un cartel anunciador de la obra teatral El verdugo (The Hangman) de Pär Lagerkvist. Una elección cantada viniendo de un enterado de libro como Nick Cave. Ya el título de dicho drama sugiere la angustia y la negrura que siempre hemos asociado con el autor australiano.


 No obstante, yendo más allá, antes de saber de dónde narices venía la imagen que adorna este disco, esa figura entre autoritaria y desvalida ya me conectaba directamente al cine nórdico más denso y existencialista. Por supuesto, me estoy refiriendo a Ingmar Bergman, pero mentiría si no mencionara muy especialmente a Carl Theodor Dreyer y obras como La palabra (1955), Dies Irae (1943) o La pasión de Juana de Arco (1928), dramas abisales del gigantesco realizador danés.

Y ya sabemos que si hablamos de cosas abisales, Nick Cave siempre se apunta a un bombardeo.

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