The Southern Harmony and Musical Companion (The Black Crowes, 1992)
ROCK SUREÑO. Dos años después de su estreno los de Georgia redoblan esfuerzos y redondean el que puede ser su disco más ambicioso y el que sin duda les dio su mayor impulso en cuanto a popularidad, llegando al número uno del Billboard. Un disco en el que mejoran en casi todo con respecto a su debut, aunque no cuenta con esa chispa que el otro tenía y que lo acaba compensando todo.
Un trabajo en el que siguen rindiendo tributo a sus ídolos a partir de rock sudoroso, rhytm & blues, soul, góspel, folk y blues sacados directamente de su prodigiosa colección de discos, la cual debía estar preñada de plásticos de los 70 en su mayor parte. Eso es lo que se deduce al escuchar estas composiciones tan coleantes, tan intensas y tan influenciadas. Composiciones que tratan de hacer honor al título del álbum, sacado directamente de un importante libro de himnos de iglesia de 1835.
De ahí todo lo obtuso y lo ampuloso de estas alabanzas al Altísimo. Aquí redoblan esos circunloquios melódicos que dan vueltas y vueltas sobre cierta idea sin llegar a aterrizar, sin redondear la jugada, con un Chris Robinson gimiente que sigue persiguiendo los fantasmas de Rod Stewart, Gram Parsons, Mick Jagger y hasta Robert Plant. Todo a la vez, mezclado, agitado y triturado. Y esto es lo que aleja al disco de la grandeza absoluta. Porque un grupo que es capaz de firmar cosas tan mayúsculas como "Sting Me" o "Remedy" debería guardar un poco de mojo para el resto.
Con todo, sumando y restando todo esto, el segundo de los Black Crowes me gusta un poquito más que el primero. En su conjunto se puede decir que lo disfruto un poco más. También estoy dispuesto a reconocer que es su disco más importante y el mejor pensado y ejecutado, aunque si hablamos de equilibrio y de tino melódico general, quizás me acabe quedando con el siguiente. De todas formas estamos hablando de micras de diferencia. Cosas imperceptibles que bullen y varían de escucha en escucha. Un buen disco, dejémoslo ahí.
★★★☆☆
Total: 50:31
El título, como ya he dicho arriba, lo copian directamente de ese libro de himnos que William Walker recopiló y publicó en 1835. Música religiosa que toca de alguna forma el alma de más de un tema en este disco. Sí, la espiritualidad del góspel sobrevuela a esta obra de manera palpable. Cosa que no deja de ser extraña para un grupo de blanquitos bien del corazón del sur profundo.
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