domingo, 27 de marzo de 2022

London

The Good, the Bad & the Queen (The Good, the Bad & the Queen, 2007)

POP. A veces los supergrupos tienen una razón de ser. A veces no son el batiburrillo forzado y mercantilista que todos pensamos. Este puede ser uno de esos casos, cosa que no es de extrañar al surgir de la mente inquieta de Damon Albarn. El londinense se une a Paul Simonon (The Clash), Simon Tong (The Verve) y Tony Allen (Fela Kuti) para sacarse de la manga este disco en el que trata de explicarnos cómo es la vida en su ciudad desde una perspectiva atemporal, pero no por ello menos apasionada.

Lecciones de historia desde el corazón de la bestia. Desde la vida en los 80 a noticias de aroma costumbrista. De la Torre de Londres a ese instante más oscuro con el que Churchill llamaba a las armas. Todo un caleidoscopio de lo que ha sido la Pérfida Albión para explicarla en la actualidad. Con el acostumbrado abanico estilístico que siempre se ha gastado el ex-Blur y con ese gusto exquisito que a estas alturas se le presupone sin ningún problema.

Un disco precioso, como un collar en el que todas las piezas están engarzadas con sutil maestría, pero una obra que, una vez más, me deja más tibio que otra cosa. Son demasiados intentos ya como para no percibir que lo mío con Damon Albarn se parece demasiado a una separación. Amistosa y respetuosa al máximo, pero sin posibilidad de ser recompuesta. Y mira que el tío lo tiene todo para enamorarme...

★★★☆☆

1 History Song 3:05
2 80's Life 3:26
3 Northern Whale 3:54
4 Kingdom of Doom 2:42
5 Herculean 3:59
6 Behind the Sun 2:38
7 The Bunting Song 3:47
8 Nature Springs 3:10
9 A Soldier's Tale 2:28
10 Three Changes 4:15
11 Green Fields 2:26
12 The Good, the Bad & the Queen 6:59
Total: 42:49

Londres tiene mil perspectivas y mil vidas, historias interesantes o cruentas en cada esquina, pero su corazón siempre ha sido y siempre será esa Torre Sangrienta que crece en su centro. 

 
 
La Torre de Londres, prisión, residencia de reyes, fortaleza y guardiana de las joyas de la corona, es el alma y los pulmones purulentos y divinos de una ciudad que nunca duerme. Ni para lo bueno ni para lo malo. 

Siempre en continua creación, siempre reinventándose y siempre planeando traiciones sin nombre. Shakespeare lo sabía bien, Blake y Dickens olían claramente el hedor de la avaricia y la podredumbre moral. Por eso no deja de ser sorprendente que tanta maravilla acabe floreciendo entre tanta inmundicia.

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