Blue (The Jesus Lizard, 1998)
POST-HARDCORE. Ya desde una primera escucha se detecta que el grupo trata de asentarse en Capitol, la multinacional con la que ficharon para el álbum anterior. Algo que hacen buscando de manera obsesiva el equilibrio imposible entre la abrasión que les quema en las entrañas y una accesibilidad que ya buscaban con ansia en Shot (1996) y aquí encuentran de manera más evidente aún. Esto les hace sonar de una forma muy diferente a sus comienzos, aunque consiguen colar su vitriolo escondido en la hogaza de pan como en las películas.
Y una película es lo que se montan Jesus Lizard en su último álbum de estudio. Una película donde mandan las atmósferas más que las hostias y donde la melodía se abre paso en el arsenal de trucos de una banda que ha decidido abrirse al mundo les cueste lo que les cueste. No puedo decir que esa decisión no haya tenido un coste. Por mucho que aquí sigan latiendo las brasas de una violencia que es consustancial al grupo, decir que no es lo mismo es tan obvio como cierto.
Así, Blue se convierte en una despedida anémica y triste, lo cual no significa que no se disfrute, pero nos muestra una foto de una banda que ha perdido el brillo y los colores que tenía años antes. Sigue habiendo rock aquí, sigue habiendo lascas metálicas y encima ahora todo esto se puede cantar, pero sirve para muy poco. Tanto si quieres conocer al grupo como si te gusta Goat (1991) como un animal, esto no es para ti. Y entonces, ¿para quién podría ser?
★★★☆☆
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