FUNK ESPACIAL. Habían pasado solo seis años desde su exitoso primer disco, pero a la velocidad a la que habían ido Jay Kay y los suyos parecía toda una vida. Entremedias, dos discos, giras de éxito planetario y dinero a mansalva. ¿Alguien puede negar que todo eso tiene que influir por fuerza en la música que suena aquí?
Y no es que nos encontremos a un grupo acomodado en los laureles ni nada de eso. La calidad instrumental y ese regustillo a fusión elegante que tanto gusta a cierto público elitista y acomodado (no solo en sus gustos) sigue ahí. Lo que sí nos encontramos como novedad es una querencia por los ritmos más uptempo, pensados directamente para la pista de baile.
Sí, el cuarto disco de Jamiroquai es un animalito adorable al que podríamos bautizar como Disco-funk sin que nadie se atreviera a discutirnos el nombre. Los largos instrumentales se diluyen entre temas con piel de jitazo y la duración de los mismos se acorta siquiera ligeramente. Todo esto lo hacen más digerible, pero tampoco se crean que es la panacea una vez que se rasca un poco. A pesar de todas sus novedades, no deja de ser un álbum continuista en su insustancialidad y en esa fijación por morir de belleza que lo hacen tan deseado como odioso. Más lo primero, lo admito, pero...
★★☆☆☆
No hay comentarios:
Publicar un comentario