martes, 10 de octubre de 2023

¡Se busca!

 At San Quentin (Johnny Cash, 1969)

COUNTRY. No creo que fuera a posta, pero cuanto más lo pienso, más difícil me parece que se le pueda hacer más daño a una grabación para poder meterla en el vinilo que la va a acoger. Es difícil pensar en un disco que haya sufrido más maltrato que este directo al que le han mutilado las canciones para que quepan en él, las han cambiado de orden y hasta han censurado el par de palabras medio malsonantes que suelta Johnny Cash con unos pitidos que no pueden sonar más horribles.

Y aun así no hay manera de hundirlo. A pesar de tanta saña acumulada, At San Quentin suena rozagante, fresco e insolente como solo él ha sabido. Con una electricidad que lo recorre de cabo a rabo con más fuerza si cabe que en su hermano mayor, At Folsom Prison (1968). Con una rabia y una euforia por parte del público mucho más palpable que en dicha obra. Un directo en el que Johnny Cash aparece resabiado y sabedor de todos los trucos aprendidos en esa gira de conciertos por cárceles que lo estaba encumbrando en lo más alto. Tan cómodo se sentía, tan sabedor de su autoridad bien ganada, que el tema que dedica a la prisión no es un canto pacato ni escrito con medias tintas. Nada de eso. Con toda la rabia que parecía recoger de su audiencia, entrega una canción cargada de enfado y casi diría que ira. Un canto crudo con el que parece querer derribar los muros que le rodean. Ni que decir tiene que la población reclusa estalló en un jolgorio festivo imposible de refrenar, cosa que acabó obligando al cantante a repetir la canción. No solo eso, sino que, a pesar de ir corto de espacio, incluyó dicha repetición en el disco que nos ocupa.

Entonces, ¿qué pasa con este At San Quentin a día de hoy? Pues que, será porque sabemos demasiado, pero lo cierto es que, vistas las ediciones que glosan el concierto completo, con el orden en el que se tocaron los temas, con los parlamentos de Cash en su sitio y medida, sin mutilaciones y, oh maravilla, sin los dichosos pitidos censores, el disco original de poco más de media hora sabe a poco. Se queda en un esfuerzo notable, en un pildorazo epidérmico, pero a años luz de lo que pasó allí en realidad. Algo que fue muy grande. Algo de lo que este disco, aun siendo una sombra pequeña, ya nos dice muchísimo, pero que con ese final con una "Folsom Prison Blues" a medio tocar, sacada de un medley que no podemos disfrutar en su totalidad, acaba muriendo de impotencia para dejarnos, eso, a medias. Nos sirvió, nos maravilló y nos lo creímos a pies juntillas, pero ya no. Ahora nos gusta mucho, pero sabemos que necesitamos más, y los retoques no pueden tenerse en cuenta a la hora de valorar una obra de arte.

★★★☆☆

A1 Wanted Man 3:24
A2 Wreck of the Old 97 2:04
A3 I Walk the Line 3:29
A4 Darling Companion 3:21 feat. June Carter
A5 Starkville City Jail 6:14
B1 San Quentin 4:06
B2 San Quentin 3:13
B3 A Boy Named Sue 3:58
B4 (There'll Be) Peace in the Valley 2:30 feat. The Carter Family
B5 Folsom Prison Blues 4:23
Total: 36:42

Son muchos los momentos memorables que podemos asociar a esta grabación, muchas las conexiones que podemos establecer. Para empezar habría que señalar que el disco fue banda sonora, siquiera en algunos temas, de un especial televisivo para el Reino Unido filmado por Granada TV. Ahí tenemos las imágenes de Cash entrelazadas con entrevistas a internos de la prisión en las que se nos aparecen unos seres humanos complejos, llenos de contradicciones y no tan diferentes de nosotros como podíamos pensar. También es cierto que algunos de los temas aparecen cortados por unas pausas infames para insertar dichas entrevistas. Por ello no es la mejor forma de disfrutar estas canciones.

También habría que señalar que de este concierto salió la foto más icónica y controvertida de Cash. Supongo que todo el mundo sabe que me refiero a esa en la que muestra su dedo corazón con rabia a la cámara. No fue nada premeditado ni estaba orquestado. Simplemente fue la reacción del cantante ante las órdenes constantes por parte de los cámaras y el director de la filmación. Que si ponte aquí, que si no te levantes, que si ahora toca esto, ahora lo otro, que si ahora no te dejo que veas bien a tu público... Y Johnny estalló, claro, no podía ser de otra forma como deja entrever en una de sus parrafadas entre canciones.

Por último debería ahondar en el tema de las reediciones, las cuales han intentado hacer justicia a este momento histórico. Casi cualquiera supera al disco original aunque solo sea por la eliminación de los pitidos censores a los que me he referido arriba. Centrándome en la versión en CD del 2000, que es la que conozco, he de decir que ya es lo suficientemente buena como para situar At San Quentin a una altura a la que prácticamente puede mirar a los ojos a ese mito que sí que fue, sin paliativos, At Folsom Prison (1968). Cinco estrellazas sin duda alguna para un momentazo irrepetible que por fin tenía la forma que merecía.

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