sábado, 3 de mayo de 2025

Los dos materiales que forman mi canto

Las últimas composiciones de Violeta Parra (Violeta Parra, 1966)

 

FOLKLORE CHILENO. No podemos hablar del último disco de Violeta Parra, su obra más personal y visionaria y uno de los mejores discos, el mejor diría yo, de América Latina. sin empezar por la canción que lo abre. "Gracias a la vida" ha traspasado culturas, océanos de tiempo y gustos para convertirse en todo un símbolo, no ya de Chile, no ya de la música, sino de la cultura popular del siglo XX. Lo que me choca al escucharla es que para casi todo el mundo sea la representación de un positivismo que no veo como tal. Puede que la canción pueda tomarse en un principio como un momento celebratorio, pero no hay que pensar mucho para darse cuenta de que en esos rasgueos, en ese canto tan profundamente triste hay poco que celebrar. Que "Gracias a la vida" es un poema de despedida parece tan obvio que no tendría que hacer falta que Violeta se quitara la vida apenas tres meses después para darnos cuenta de que ya nos estaba diciendo adiós. Pero pocos lo percibieron en su momento.

Y esto no significa que estemos ante un disco premonitorio ni luctuoso. Este álbum es tan querido, tan fundamental, tan seminal, precisamente por los torrentes de luz que salen de sus surcos. Por su humanidad, por la forma en la que le canta al desamor, pero sobre todo al amor incondicional, por cómo enarbola el dolor y las injusticias para asestar un golpe mortal en el corazón del poder. Por ser símbolo y herramienta, pancarta y arma. Por exponer las penurias y los gozos infinitos de nuestras almas para toda la eternidad. La demostración definitiva de que Violeta, en su aparente sencillez, era Shakespeare y Cervantes, Borges y Neruda... Sin dejar en ningún momento de ser ella misma. Posiblemente la voz más definitiva de Latinoamérica, la más autorizada, la más sensible y la más poderosa.

Para llegar a esto no necesitó de escarceos experimentales. Es cierto que el álbum no es el más fácil que escribiera. En buena parte se debe a que cuenta con un hálito de heterodoxia que surge de una aproximación algo desviada a la melodía tradicional de la cueca y el huayno. Una aproximación llena de giros extraños, ritmos truncados y algún que otro experimento lingüísitico que seguro que haría las delicias de visionarios como Mikel Laboa. Cosas que no dejan de sumar a la hora de colocar a esta obra en el pedestal que merece lejos de todas las demás. Una extrañeza que no hace sino realzar lo que nos cuenta en rosa o en negro. En cualquiera de los dos materiales que forman su canto.

"Maldigo del alto cielo
La estrella con su reflejo
Maldigo los azulejos
Destellos del arroyuelo
Maldigo del bajo suelo
La piedra con su contorno
Maldigo el fuego del horno
Porque mi alma está de luto

Maldigo los estatutos
Del tiempo con sus bochornos
Cuánto será mi dolor

Maldigo la cordillera
De los Andes y de la costa
Maldigo toda la angosta
Y larga faja de tierra
También la paz y la guerra
Lo franco y lo veleidoso
Maldigo lo perfumoso
Porque mi anhelo está muerto

Maldigo todo lo cierto
Y lo falso con lo dudoso
Cuánto será mi dolor

Maldigo la primavera
Con sus jardines en flor
Y del otoño, el color
Yo lo maldigo de veras
Y la nube pasajera
La maldigo tanto y tanto
Porque parezco un quebranto
Maldigo el invierno entero

Con el verano sincero
Maldigo profano y santo
Grande será mi dolor

Maldigo a la solitaria
Figura de la bandera
Maldigo cualquier emblema
La Venus y la Araucaria
El trino de la canaria
El cosmos con sus planetas
La tierra y todas sus grietas
Porque me aqueja un pesar

Maldigo del ancho mar
Sus puertos y sus caletas
Grande será mi dolor

Maldigo Luna y paisaje
Los pueblos y los desiertos
Maldigo al muerto por muerto
Y al vivo de rey a paje
Las aves con su plumaje
La maldigo a sangre fría
Las aulas, las sacristías
Porque me aflige un dolor

Maldigo el vocablo amor
Con toda su brujería
Cuánto será mi dolor

Maldigo por fin lo blanco
Lo negro con lo amarillo
Obispos y monaguillos
Ministros y predicantes
Yo los maldigo cantando
Lo libre y lo prisionero
Lo dulce y lo pendenciero
Yo pongo mi maldición

En griego y en español
Por culpa de un traicionero
Cuánto será mi dolor."

Ante estas palabras no queda lugar para la duda. Violeta Parra lo tenía muy claro. No parecía tener la más mínima intención de durar mucho más en un mundo como este. Simplemente se le había quedado pequeño.

"De cantar a lo humano y a lo divino, voluntariosa hiciste tu silencio, sin otra enfermedad que la tristeza". (Pablo Neruda)



 

A1 Gracias a la vida 4:34 
A2 El albertío 2:07 ✔
A3 Cantores que reflexionan 2:26
A4 Pupila de águila 3:12
A5 Run Run se fue pa'l norte 3:56
A6 Maldigo del alto cielo 3:57 ✔
A7 La cueca de los poetas 1:45
B1 Mazúrquica modérnica 2:20
B2 Volver a los 17 4:10
B3 Rin del angelito 2:03
B4 Una copla me ha cantado 3:47
B5 El Guillatún 2:26
B6 Pastelero a tus pasteles 1:53
B7 De cuerpo entero 1:37

Total: 40:13

Los últimos años de la cantautora no fueron los más felices. Llevó a cabo su sueño de crear una "Universidad nacional del folklore" para lo cual instaló una carpa en Santiago de Chile con la intención de convertirla en un centro cultural de primer orden. La reacción del público no fue todo lo entusiasta que esperaba. Un palo que se unió a su ruptura con Gilbert Favre, hecho del que surgió "Run Run se fue pa'l norte", a Bolivia para ser más exactos. Cuando fue a visitarlo a La Paz se encontró con que ya estaba casado. Palazo sin anestesia.

Ya lo había anunciado de manera más que clara, Violeta no era de medias tintas ni sutilezas en cuanto a sus ideas. "Uno, comadre, tiene que decidir el momento de su muerte [... Yo] decidiré el momento en que quiero morir". Eso es lo que, según afirma Margot Loyola, afirmó en alguna ocasión. Se le conocen al menos tres intentos de suicidio. Barbitúricos, tajos en las venas... Nada parecía tener sentido, ordenar una vida que se le escapaba por mucho que peleara. Volvamos a la carpa de la que hablábamos. 5 de febrero de 1967, a las 17:40 de la tarde. Un disparo en la cabeza fue la salida, esta vez sí, definitiva. Tenía 49 años.

Como testamento, además de este disco inmortal, una carta a Nicanor Parra. "Yo no me suicido por amor. Lo hago por el orgullo que rebalsa [sic] a los mediocres". 

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