jueves, 17 de diciembre de 2020

Diamante en bruto

Introducing the Hardline According to Terence Trent D'Arby (Terence Trent D'Arby, 1987)

R&B. Menudo revuelo armó este debut. La perspectiva del tiempo puede ser estupenda para separar el grano de la paja. Lo real de la parafernalia comercial que rodeó la puesta de largo del diamante negro neoyorquino. Si iba a ser el nuevo Prince, el auténtico heredero de Stevie Wonder solo el tiempo podía decirlo. Me temo que sopesando los logros de Terencio, la respuesta es no. Pero es no, por el conjunto de una carrera irregular, porque lo que es este primer disco de título largo y destellos relucientes supera el test del tiempo de manera sensacional.

La mezcla de soul, pop, rock y jazz sabe sobreponerse a cualquier arreglo meloso. La voz del artista se desmelena o acompaña a la instrumentación. Borda el falsete o se eleva pura y avasalladora. Es un rhythm & blues nuevo, brillante, profundo. Un estilo antiguo que se apoya en trucos novedosos sin pretender bombardear el género.

El disco fluye tranquilo y poderoso gracias a trallazos que aún hoy dejan temblando. Comulgaré con cualquiera al que le parezca algo pesadita la entrada con "If You All Get to Heaven" por impostada, pero jamás con aquella persona que niegue los méritos a "If You Let Me Stay", "Wishing Well", "Dance Little Sister" o "Sign Your Name", auténticas piedras de toque y clásicos por derecho de la música popular. Lo malo es precisamente el resto, las canciones más oscuras, las que no tienen videoclip. O demasiado obvias, o demasiado melosas.

 

¡Baila, por tu vida!

Ya se sabe que cuando se espera tanto de alguien suele haber gato encerrado. Terence Trent D'Arby puede jactarse de tener al menos un buen disco en su carrera. Sea mucho o poco, a esto se le puede llamar estar por encima del hype.

★★★☆☆

 

"Fama", el mito televisivo que iniciara su andadura en 1982 es el fondo perfecto para un artista que siempre me ha recordado a Leroy Johnson y los suyos. Es cierto que el heredero de Michael Jackson, Prince y cualquier mito que se te ocurra con una mínima relación con la música negra tenía sus dotes para el bailoteo. Quizás no tantas como algunos de sus mayores, pero sin duda eran más que suficientes para garantizarle su pedazo del pastel. También tengo claro que Terence Trent Howard siempre me ha parecido abonado a eso de "la fama cuesta. Y aquí es donde vais a empezar a pagar... con sudor". Toda una lección de vida.

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