ROCK ALTERNATIVO. El duodécimo disco de Lagartija Nick surge a partir del fallecimiento de Jesús Arias, hermano del líder de la formación, miembro de TNT y pionero del punk en Granada. Una tragedia que espoleó a Antonio a hurgar en las canciones que su hermano se dejó a medio hacer o que incluso grabó con Quäsar, su último proyecto. Con ello el menor de los Arias parece querer ejercer de altavoz con su banda en un curioso e inesperado reencuentro con ellos mismos.
De todo este ejercicio de homenaje y redención surge un disco muy punk, pero en una primera escucha, lo que más maravilla no es simplemente la energía sin desbastar que parecen haber recuperado los granadinos, sino la forma tan natural en la que la han combinado con unos aires flamencos que, sin recordar directamente a ese Omega (1996), que siempre les perseguirá, se derivan directamente de él, aunque solo sea por inercia.
Un andalucismo que especia más que otra cosa un disco con una fuerte base rock. Unas especias, eso sí, tan naturales y gustosas que son el auténtico secreto del atractivo de una obra nuevamente única en el canon de los de Antonio Arias. Rock andaluz que mira hacia el futuro sin olvidar el pasado, de la guerra civil a los bit-coins y del apocalipsis a sus consecuencias. Una obra más que interesante con la formación original de Lagartija. Un álbum que se precipita hacia la minisinfonía que lo cierra entre la sorpresa y el júbilo. Y en adagio encapsulan toda la tristeza y el drama que las demás canciones mantenían en estado latente bajo capas de rock crudo y pasional.
Una vez digerido, con sus altos y bajos, sus aciertos y sus medianías, creo que estamos ante otro buen disco de unos Lagartija en constante búsqueda. De esos que no nos matan pero que firmaríamos siempre.
★★★☆☆
1 Mapa de Canadá 3:35
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